Mi jodido Jefe

Pantera Negra

Capitulo 11

Pantera Negra.

Bien, esa había sido una de las respuestas que yo no había esperado escuchar y que al parecer a la señorita Rice también le había tomado totalmente por sorpresa.

Aún tenía fresca en mi mente la forma en la que había tomado su bolso de la silla y la forma con que me había fulminado con la mirada.

¡A mí!

¡Quien ni siquiera había dicho una sola palabra durante la entrevista!

Lo bueno de eso es que me había ahorrado el viaje hasta puerta, puesto que ni siquiera la había acompañado hasta allí. Ella había tomado apresuradamente sus cosas y había azotado la puerta en su salida.

Eros había gruñido por lo bajo en respuesta, pero se notaba tan frustrado con la situación que parecía haber ignorado ese hecho completamente.

─Pensé que la contrarías─ digo después de unos segundos.

─No me agradaba─ responde él simplemente.

A mí tampoco me agradaba, pero al menos yo creía tener motivos para ello.

─ ¿Por qué no? — me aventuro a preguntar.

─Porque ya conozco a las de su clase. No rompen un plato, pero son las que más tienden a traer problemas─ hace una pequeña pausa─. Además, la odiaste desde el segundo que entró a esta oficina y no tengo tiempo de lidiar con eso.

Mis ojos se agrandan al escuchar su respuesta. Estaba completamente sorprendida de él se hubiera dado cuenta de esos detalles.

¿Que tantas cosas más había visto él en este último año que yo no me había percatado?

—Touché— digo en voz baja.

Sin nada más que agregar, me levanto una vez más de mi asiento y llamo al último candidato de la tarde.

Tal vez tendríamos mejor suerte con esta ultima persona.

─Sandler, Michael─ digo en voz alta y una jovial sonrisa se acerca hasta mi para luego perderse por completo en la oficina.

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Una vez más sonrío satisfecha mientras acaricio perezosamente la pequeña cabeza de Nala. Ella se encontraba recostada sobre mi estomago a la vez yo estaba recostada sobre la mullida cama. Aunque quisiera decir que extrañaba mi vieja cama, esta era diez veces más cómoda que la mía.

Al final, el día de hoy no había resultado ser para nada malo. A decir verdad, este había sido excelente.

¿Quién diría que Michael era todo lo habíamos buscado?

Aún sin mi apoyo, él había respondido todas y cada una de las preguntas de Eros. No había perdido la compostura por un segundo y su currículo estaba más que capacitado para el puesto. Para nosotros era como un enviado del cielo en estos momentos.

Al principio había tenido mis dudas sobre como Eros tomaría la idea de tener un secretario, pero había sido totalmente indiferente a ese hecho.

Resultados.

Eso era todo lo que él buscaba.

Bajo a Nala de su lugar y ella suelta un suave maullido en protesta.

Con desgano me calzo las pantuflas que había traído de mi apartamento y hago mi camino fuera de la habitación. Eros y yo no habíamos cruzado palabra alguna después de salir de la oficina y como habíamos salido en autos diferentes no lo había visto por lo que restaba del día... o la noche, para ser más exacta.