Este gris no tiene fondo

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Capitulo 4

Este gris no tiene fondo.

Un par de semanas han pasado desde ese caótico día, mientras hago el intento de que mi vida continúe con su curso normal.

Todd sigue decayendo a pesar de todas las medicinas que le receta el médico y tendría que hacerse más exámenes para saber cuál es la enfermedad que lo estaba acechando. Todo ese tema me mantenía en un estado de ansiedad y preocupación constante. Se podría decir que estaba más irritada y sensible que nunca.

En temas laborables lo único que parece alegrar mis días es ver a Rose entre mis horas de descanso. El señor Houghton tampoco parecía haber mejorado su fría actitud y hasta parecía cada vez más renuente a tratar con otras personas, incluyéndome a mí.

Algo que no me venía nada mal en estos momentos.

Entre otras noticias su muy hermosa y prepotente prometida no había vuelto a aparecer y la amenaza que había recibido la última vez parecía haber funcionado perfectamente.

Al parecer unas simples palabras eran más que suficientes para hacer correr y asustar a Katherine Le'onde.

Varios días habían pasado antes de que el chisme corriera como pólvora y finalmente estallara; en cada sucursal de la empresa y en cada periódico del país. Reconocía que haberme enterado de los detalles en las páginas de un periódico había sido algo frustrante, ya que se estaba tratando de mi jefe.

Por lo que había leído, la señorita Le'onde era hija de uno de los mayores empresarios franceses y también, gracias a su exótica belleza era modelo ocasional para las grandes marcas. En síntesis, ella era todo lo que yo no era y porque las dos teníamos casi la misma edad me era imposible evitar hacer comparaciones entre ambas.

Mañana sería domingo y como es costumbre en mis fines de semana, me encuentro frente a la televisión viendo una maratón de mi serie preferida. Desde lo más profundo de mi corazón deseaba sacar al doctor House de la pantalla y ponerlo frente a Todd. No me importaba tener que soportar su característico sarcasmo durante horas. Al menos tendría una respuesta para lo que le estaba ocurriendo a mi hermano.

Lástima que doctor House no existiese y que ahora mismo nadie fuese capaz de decirme que estaba mal con Todd.

Una molesta canción se escucha a través del sonido de la televisión y me toma un tiempo caer en cuenta de que esta proviene de mi celular sonando por encima de la mesa. Con pereza bajo a Nala de mi regazo, me levanto del sofá y observo con sorpresa el número de mi jefe brillando en la pantalla.

Él casi nunca llamaba, a menos que se trate de algún tema importante de trabajo.

Genial, mi pacífico sábado se iría al desagüe en menos de un minuto.

—Señor Houghton ¿en qué puedo ayudarlo? — contesto.

La línea se queda en silencio luego de mis palabras. Espero por un tiempo más y frunzo el ceño al no obtener respuesta. Separo el móvil de mi oreja y observo de nuevo la pantalla, preguntándome si me ha marcado por error.

Cuando mis dedos se mueven para colgar, lo escucho aclararse la garganta y vuelvo a pegar el móvil a mi oreja.

—Jane— dice. Bien, hoy era simplemente Jane.—, Ven a la empresa mañana. Tres de la tarde.

—¿Necesita que lleve algo en especial? ¿Algún documento o contrato? ¿Algo?

Se queda en silencio por otros segundos, algo extraño en él.

—No, solo sé puntual.

Su voz era carente de emoción, pero aun así destilaba autoridad en cada palabra que pronunciaba. Mi boca se abre ligeramente y esta vez soy yo la que no responde mientras un incómodo silencio se forma entre nosotros.

Mi jodido JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora