No estás invitado

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Capítulo 12

No estás invitado

— ¡Perfecto! — exclamo con alegría mientras observo a Micheal sonreír orgulloso.

—Sí te has dado cuenta de que él es mejor que tu en este trabajo. ¿Verdad? — comenta Rose apoyada contra el escritorio de madera.

—Shh... No arruines el momento— respondo rápidamente, pero era verdad. Michael había resultado mucho mejor que yo en su nuevo trabajo de secretario.

—Solo comento lo que nadie se atreve a decir— responde nuevamente Rose.

Esta vez solo la fulmino con la mirada y ella alza las manos en señal de derrota mientras ríe por lo bajo. Demonios, me era imposible estar enojada con ella y mucho menos ahora.

Las dos nos encontrábamos junto a Michael. Ella se encontraba recargada en una esquinas del escritorio de madera y yo me encontraba en la otra esquina. Por su parte Michael, aún continuaba observando orgulloso la pantalla de su laptop. La semana había transcurrido casi de manera perfecta y Michael se había encargado de cumplir con todos los requisitos de Eros al pie de la letra. Ahora, los tres nos encontrábamos expectantes observando las dos letras que brillaban en la pantalla.

O.K.

Esas simples dos letras habían bastado para mantenernos a los tres observando la pantalla por los últimos diez minutos. En resumen, Michael había enviado un correo que contenía contratos, su futura agenda y demás documentos a Eros para su revisión final. Esta vez, yo no había tenido participación alguna y me había abstenido al margen de comentar sobre nada. Michael y yo habíamos esperado al menos una hora para recibir las dos miserables letras en respuesta al correo.

Pero había valido la pena.

En idioma Eros, esa respuesta significaba perfección.

Nada de correcciones, reprimendas, ni miradas matadoras.

Sola y pura perfección.

— ¿Cuantas veces recibiste tu uno de esos?— pregunta de nuevo Rose mientras entrecierra los ojos para observar mejor la pantalla. Aunque de verdad no había demasiado que observar.

—Puedo contarlas con una mano— respondo con pesar.

—El prodigio Michael...— comenta— Nos encantaría tenerte en contabilidad.

La puerta del despacho de Eros se abre repentinamente y juro que los tres habíamos pegado un pequeño salto al mismo tiempo. Mi mirada vuela hasta él y lo observo encarnar una ceja interrogante en nuestra dirección. Su traje aún lucía pulcro luego de las interminables horas que había pasado encerrado en su despacho, y el único indicio de eso era su cabello ligeramente desordenado.

Sus fríos ojos nos escanean, intentando descifrar la escena ante ellos.

— ¡Oh! — escucho a Rose decir desde su lado —. Ahora entiendo, no sabía de dónde habían venido estos números, pero ahora todo tiene sentido. ¡Muchas gracias, Michael! Marcus de contabilidad estará por siempre en deuda— se separa del escritorio y le dedica una sonrisa deslumbrante a Eros— Señor Houghton, un gusto verlo. Me encantaría quedarme a charlar con usted, pero lastimosamente estoy rebosando de trabajo. ¡Que tenga un excelente día! — termina con voz cantarina.

Tres pares de ojos la observan dirigirse con prisa hacia la puerta de las escaleras y luego desaparecer tras esta.

— ¿Su piso no está...? — susurra Michael aun costado mío.

—Si— termino diciendo y me esfuerzo para no reír.

Su piso estaba veinticinco pisos más abajo que este y ella llevaba tacones moderadamente altos.

Mi jodido JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora