Sí, pero no.

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**Ojos dorados**

Aquella tarde fui a casa de Zura para ver cómo seguía y si podía ayudarle en algo. Él estaba completamente mejorado, así que nos quedamos jugando Nintendo en el sofá. Cuando llevábamos casi dos horas en eso y luego de conversar un poco, me puse de pie para ir al baño. Subí la escalera pensando en meterme en el cuarto de Ruki para robarle un beso, el beso que no le di al despedirme, La puerta de su cuarto estaba medio abierta así que la terminé de abrir despacio, me asomé y no había nadie ahí, por lo tanto fui al baño y mientras orinaba, no dejaba de mirar la ducha que durante la noche fue testigo de todo lo que hicimos y que limpió todo rastro de las horas de lujuria que pasamos. Se me vino de pronto a la mente la palabra «Fornicación», pero luego pensé que según el estricto significado de la palabra, yo no caía en ese pecado, porque Riku no era una prostituta y yo sentía que de algún modo la quería. Me había entregado a esos sentimientos aún luchando contra ellos, por orgullo, por no querer parecer un arrastrado ante ella.

Bajé aún con la duda de saber dónde estaba, así que le pregunté directamente a Zura.

—No sé, tiene que haber salido con Shin... siempre sale con él y su grupo. —respondió mi amigo sin pegar la vista del juego, apretando los botones del control con una concentración que solo tienen los adictos a los juegos.

—¿Son novios? —pregunté tomando el otro control y comenzando a jugar de nuevo. Yo sabía que no, pero pensé que tal vez Zura podría darme más información sobre las relaciones de su hermana.

—No... son amigos, mi hermana dice que no le gusta Shin porque es demasiado bueno.

—¿Y por qué querría ella a un tipo malo?

—Supongo que le gustan los tipos rudos, a todas las chicas les gustan los tipos malos, se ponen babosas por ellos y cuando ellos no las toman en cuenta o juegan con ellas y las dejan, después andan llorando.

—Ha... —asentí comprendiendo que seguramente Ruki era de ese tipo de chicas. En ese momento pensé que quizás podría volverme frío con ella, para comprobar la teoría de Zura, aunque sabía que quizás me costaría, porque pensaba en ella y sentía unas ganas casi incontrolables de acercar mi cuerpo al suyo, ya era inevitable, pero quizás podría controlarlo y así podía redimirme ante la idea del castigo divino por caer en la lujuria.

Aquella tarde no alcancé a verla, pues volví a casa temprano

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Aquella tarde no alcancé a verla, pues volví a casa temprano. Mis hermanos estaban sentados a la mesa, como siempre, me miraron con temor cuando dejé el bolso colgado en la entrada. Me acerqué a ellos e hicieron un silencio perpetuo.

—¿Qué sucede? —pregunté tranquilo. Hakkai desvió la mirada cuando vi sus ojos azules, aquello me pareció extraño, así que fruncí el ceño sospechando algo. Yuzuha se puso de pie y se arrodilló ante mí, comenzando a llorar. el menor. al verla, hizo lo mismo.

—¿Qué hicieron ahora? —pregunté ya sintiendo que me hervía la sangre.

—Intenté hacer un pastel por tu cumpleaños y... sin querer se me cayó la bandeja de los huevos y se quebraron todos. —En ese instante respiré profundamente, preguntándome qué había hecho mal yo para tener dos hermanos tan inútiles. Tomé aire y miré al cielo.

Taiju Shiba - Lecciones de vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora