¡Que hable ahora o calle para siempre!

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Imagen de «Patcha»: Créditos: @insomlac._  (IG) 

•• Ojos dorados ••

Suki estuvo en mi apartamento, desayunamos juntos y luego nos estiramos un momento en el sofá para mirar televisión, yo veía las imágenes pero tenía mis pensamientos en otros lugares, en otras situaciones, en otras personas. Reaccioné un poco al momento presente cuando ella me besó en los labios y aunque cerré los ojos, no sentí que fuera suficiente para sacarme de mi hundimiento mental. Respondí a su beso unos segundos, pero me agobié de tanto pensar y me puse de pie, rechazándola. No me apetecía nada, recordaba lo sucedido en la fiesta de Manjiro y me sentía sucio.

—¿Qué te pasa? —escuché su voz como siempre, y en ese momento me di cuenta de que Suki nunca fue cálida, ni siquiera al tratar algún problema entre los dos. Quizás yo mismo fui el culpable de eso al imponer en la relación que las cosas serían muy estructuradas. Deduje por todo aquello que había cometido un gran error, tal como me dijo Sano, solo había reprimido mis instintos y ahora afloraban todos, quizás de golpe, pero veía con más claridad algunas cosas, como que Suki no me apasionaba.

Estaba tan cerca mi matrimonio que por un segundo quise decirle sin ninguna contención que ya no sentía lo mismo por ella y que desistiría del compromiso, pero en vez de eso, tomé mi chaqueta sin decir una palabra y salí para ir a la iglesia, la misma donde había reencontrado a Ruki, la misma donde me casaría con Suki. .

Me encerré en el cubículo oscuro y cálido. Siempre adoré el aroma del lustramuebles que le ponían a la madera de los asientos o de las cabinas de confesión; era un olor familiar, acogedor, que invitaba a confiar y regocijarse. A mí, al menos, me hacía sentir a salvo del castigo divino, pero aquella tarde sentía que llevaba un peso muy grande en mis hombros. Le confesé todo al padre, le dije que había pecado, con drogas, que había sido infiel a mi prometida y que tal vez, como causa de eso, no sentía deseo por ella. Expuse mi alma y mis dudas al vocero de cristo de esa iglesia. Él me dijo que tal vez eran mis nervios por el matrimonio, que solía ser algo natural en las personas que se comprometían y la penitencia fue sencilla para lo que yo presentía, pero me imaginaba que finalmente el verdadero castigo me lo daría dios a través de Sano Manjiro, nuevamente.

	Esa misma tarde recibí una llamada de Sano, me preguntó muy cordialmente si tenía tiempo para hacer una visita el fin de semana a uno de los subcomandantes del grupo sur de Tokio, me comentó que ese hombre me explicaría todo lo que se hacía en es...

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Esa misma tarde recibí una llamada de Sano, me preguntó muy cordialmente si tenía tiempo para hacer una visita el fin de semana a uno de los subcomandantes del grupo sur de Tokio, me comentó que ese hombre me explicaría todo lo que se hacía en esa zona y de paso me comentó que estaba comprando un hotel con restaurante en ese mismo lugar; Ahí se llevarían a cabo algunos negocios clandestinos y una de mis misiones sería conseguir fastuosos socios para ese edificio. Conocía a algunos hombres buenos en ese tipo de negocios, hoteles y restaurantes, pero no sabía de ninguno que además hiciera negocios sucios a escondidas usando su propio prestigio comercial.

Busqué en mi lista de conocidos, viejos amigos de la universidad y no me parecía que ninguno tuviera ese perfil, por lo que me sentí presionado.

Estaba en mi oficina unos días después, pensando en cómo atraería a alguien para que pusiéramos en marcha el negocio clandestino, cuando recibí una llamada: era uno de esos compañeros de universidad, justo del que no me había acordado. Me habló un buen rato sobre recuerdos de esa época de estudiantes, y mencionó que se alegró al verme en televisión por el éxito que había tenido con mi restaurante, pero yo le corté la inspiración en poco tiempo, porque nunca fui su amigo y sabía que no me estaba llamando por algo sentimental.

Taiju Shiba - Lecciones de vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora