La última lección

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*Ruki*


Ran entró en mi habitación y se sentó frente a mí mientras yo leía uno de los libros que me llevó Seshiria.

—¿Qué lees? —preguntó intentando ver la tapa del libro. Levanté la vista y el libro para mostrarle.

—¿Es el libro que te trajo Seshiria? —Asentí. —Kokoro, es una obra bonita.

—Sí, dile a Seshiria que le agradezco mucho los libros. Me ayudan mucho.

—¿Llegaste a las páginas del medio? —preguntó Ran mirándome a los ojos, supuse que él se refería a la carta que me dejó Seshiria, pero no quise decir nada, al menos hasta estar segura de que él sabía todo y era cómplice de ella.

—No ¿Qué hay en ellas? —Abrí el libro buscando algo que supuestamente yo no conocía.

—El Sensei le dice al discípulo que decida si quiere ser rescatado o no. —Capté el mensaje, pero seguía con el miedo de que de verdad dijera eso el libro y todo fuera una coincidencia.

—¿Y qué es lo que decide el joven? —Miré fijamente a Ran, él sonrió levemente.

—Creo que eso debes descubrirlo tú, no quiero spoilearte. —Me agité cuando dijo eso, quería pensar que Ran estaba de nuestro lado, al menos del lado de Seshiria y su idea de que Taiju me sacara de ahí, sin embargo, la imagen de Manjiro me hacía desistir de todo eso, no porque le tuviera miedo, sino porque seguía teniéndole un cariño especial y continuaba extrañándolo.

—¿Viniste solo a decirme eso?

—No... —contestó como si despertara de un sueño, se puso de pie y con las manos en los bolsillos empezó a caminar cerca del escritorio, mirando la máscara.

—Le di tu mensaje a Sanzu y se comunicó con Mikey. —me puse de pie rápido y me acerqué a Ran, más atenta.

—¿Qué dijo? —El esbelto hombre me observó un momento hacia abajo, con el semblante serio.

—Quiere saber qué estás dispuesta a dar a cambio de su perdón. —La respuesta me pareció soberbia, pero estaba en su derecho, aún así yo no había puesto resistencia porque él me mantuviera ahí encerrada, pensé que era un poco idiota de su parte que quisiera más demostraciones ya que si hubiese sido otro el que me encerró, estaría intentando suicidarme quizás, habría caído en una crisis peor que las anteriores, pero no me sentía mal, porque confiaba ciegamente en él y era por eso que solo esperaba. Pensé un momento antes de contestar.

Me senté en la silla del escritorio, tomé la máscara con las dos manos y observé.

—Oni wa soto, fuku wa uchi... —** dije en voz baja.

**Fuera los demonios, que venga la fortuna**

—Dijo que si necesitabas pensarlo tenías todo el tiempo del mundo porque lo estaba pasando muy bien en Filipinas. —Aquello me molestó. Solté la máscara, volví a ponerme de pie y me recosté en la cama, tomé el libro y seguí leyendo.

—¿Algo qué decir? Debo irme. —dijo Ran, esperando. Cerré el libro y lo miré un momento.

—Sí, díganle que sí quiere que se case con Patcha y ella le de cinco hijos allá en Filipinas y se olviden de mí. Y dile que es un maldito idiota.

—Está bien. Que tengas buena tarde, Miya. —se despidió Ran y salió como si fuese un robot. Cuando lo hizo me levanté de la cama y sentí que se me partía el corazón, solo por eso de que Mikey lo estaba pasando bien allá con Patcha, quizás fue por mi propia respuesta, como si le estuviera entregando a Mikey a Patcha y rabiaba sola.

Taiju Shiba - Lecciones de vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora