De la adolescencia a la adultez muchas cosas cambian, pero algunas, por su esencia, permanecen. Taiju Shiba guarda en su corazón un profundo miedo, el que intenta combatir con sentimientos puros, por su dios, por una mujer, por sus hermanos, pero ¿S...
Advertencia: Se recomienda discreción. Contenido sexual explícito y extrema violencia.
Los hechos descritos en este capítulo no representan el pensamiento de quien los escribe.
Rechazo totalmente cualquier tipo de violencia, ya que esta solo manifiesta un estado mental insano y también por parte de quien la recibe.
Si la lectura le provoca algo negativo, no siga leyendo.
*Lección 5*
*Ruki*
La vida de comodidad que tenía antes de lo sucedido se acabó ese día que mi padre nos descubrió a Taiju y a mí en el sofá teniendo sexo. Dos días después fui llevada a la casa de la tía Nanako, la cual me miró de pies a cabeza cuando entré con la minifalda y una cadena con una cruz invertida que me llegaba a los pechos casi descubiertos. Había ido así a propósito, solo para provocarla y lo logré. Desde el primer día y a pesar de ser yo mayor de edad, empezó a mandarme, me gritaba, hasta me tiraba del cabello cuando yo dormía hasta después de las ocho de la mañana, todo aquello lo había autorizado mi padre, quien le dijo que mientras yo no tuviera independencia, podía hacer conmigo lo que quisiera. Así fue que iba a la iglesia todos los domingos y eso me dolía más, porque recordaba a Shiba y lo extrañaba. A la semana de estar donde mi tía vi en un diario local que un muchacho de mi edad había sido asesinado en su tienda de motocicletas SS Motors.
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Aparecían en la foto policial, dos jóvenes que fueron atrapados la misma noche del asesinato, Kazutora Hanemiya y Keisuke Baji, sí, el mismo Edward, el amigo del hermano menor de Shin, habían asesinado a mi mejor amigo y yo no podía hacer nada más que llorar. Mi tía, quien no leía periódicos por su religión, no entendía porque yo ya no quería comer y lloraba todos los días. Escuché cuando llamó a mi padre para decirle que seguramente yo extrañaba al pecador ese con el que fornicaba. En ese momento agarré el teléfono, antes de que ella cortara, lo arrojé contra el piso haciéndolo tira. Cuando vi su rostro de histeria me asusté, sabía qué pasaría: Me agarró del cabello y me tiró al piso para darme manotazos con fuerza en la cabeza mientras me decía que yo estaba poseída por el demonio.
Esa misma noche decidí huir.
Deambulé por la ciudad solo con un poco de dinero que le robé a aquella mujer. Tenía moretones en el rostro, frío y el corazón hecho pedazos. Dormí en una plazuela donde solían juntarse los indigentes, me quedé junto a un par de viejos que olían fatal, pero al menos me sentía un poco más acompañada. Pensé en la manera de volver a Tokio y buscar a Takeomi, pero a los cuatro días el dinero se me acabó y me ofrecí en algunos negocios para ayudar y así ganar algo de dinero. Algunos accedían, pero como mi presencia no era de lo más prolija, terminaban mirándome de mala manera y echándome.
