Paraíso Temporal.

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- ¿Por qué crees que se haya ido? - preguntó Mine.
- No lo sé - mentí.

Ella ya no pronunció palabra, y me dediqué a acariciar su cabello mientras la acercaba aun más a mi pecho.

Los demás fueron por frituras y por los pastelillos de Mine (ya que las frituras le daban nauseas). Mis pies descansaban sobre la mesita de centro. A nuestras espaldas estaba la ventana más grande, y los rayos rojizos del sol se filtraba por las cortinas. El silencio me arrullaba, y la respiración pausada de Mine era mi canción de cuna. Mis parpados empezaron a cerrarse y mi cabeza se ladeo un par de veces. Esa fue la manera en la que estuve seguro de que en cualquier momento me quedaría dormido.

- ¿Crees que encuentren lo que les pedí? - preguntó mientras se acomodaba mejor sobre mi pecho.
- No lo sé - respondí adormilado. Ella suspiró, y empezó a dar pequeñas caricias sobre mi pecho.

Simplemente un momento perfecto, en el que solo existíamos ella y yo.

- ¡Ay! - dijo Mine de repente. Se apartó de mi pecho de golpe, sentándose correctamente, y sus manos se posaron sobre su vientre.
- ¿¡Qué, qué tienes!? - pregunté alarmado.

Esta era una nueva experiencia, y mi mente ya cargaba con la ansiedad de que Mine entrara en labor de parto en ese momento ¿Qué se supone que debía hacer si eso pasaba? Solo estábamos Mine y yo en la casa.

"Maldición"

No estaba preparado para esto.

- El bebé - respondió, pero aquella respuesta solo hizo que mis nervios aumentaran.
Mine ni siquiera me dirigía la mirada, estaba inmersa en sus pensamientos, en algo que en ese instante solo ella podía entender. No podría describir lo que había en su mirada, era como una mezcla de emoción y susto - Creo... ¡Creo que se movió! - dijo después de unos segundos.

Sus ojos tomaron un brillo que jamás vi, y verla tan feliz me hizo sonreír. Acaricié su cabello mientras ella aún trataba de controlar su emoción. Besé su frente, y dejé que la felicidad de sus ojos me contagiara.

- ¡Jung Min es la primera vez que pasa esto! - dijo sonriendo, y esa fue la primera vez que fui testigo del brillo especial que tiene una mujer cuando esta esperando un hijo.

Me limite a sonreír junto con ella, aún con mis manos entre sus cabellos. Ella se mordió el labio inferior y una lágrima cayó sobre su mejilla. La limpié con un leve movimiento de mí pulgar.

- ¡Debes sentirlo también! - dijo con emoción, y alejó mi mano de su mejilla para acercarla a su vientre.
- ¿¡Que!? ¡No! - aparté mi mano de inmediato, e inconscientemente retrocedí.
- ¡Jung Min!
- Mine, ese que...- dudé, y cuando me di cuenta, ya señalaba su vientre con mi dedo índice - ese no es mi hijo.

La luz en los ojos de Mine se perdió debido a la inesperada tristeza en mi voz. Sin embargo, mi cabeza quedó en blanco, y no tuve idea como actuar, o que decir. Lo único en lo que rondaba por mi mente era el hecho de que el niño que Mine esperaba era Shouta... y nada podía cambiar eso.

Mine tomó mi mano.

- Por favor - suplicó.

Sin decir nada, y sin apartar mi mirada de sus ojos dejé que guiara mi mano hacia su vientre. Necesitaba valor para hacer lo que ella quería que hiciera, y solo manteniendo aquel contacto visual sería capaz de lograrlo. Vacile, temblé, y casi colapse cuando sentí, con la punta de mis dedos, la tela de su blusa. Justo en ese momento, el bebé se movió, y Mine aprovecho para apoyar por completo la palma de mi mano sobre su vientre.

Un escalofrío electrizante me recorrió todo el cuerpo.

Mine rio y sonrió. Yo no podía ver la expresión de mi cara, pero apostaría todo mi dinero a que se estaba burlando de mi reacción.

Through Everything  [En Emisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora