Una prueba fuera de lo común.

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Tres meses después, mi último día en la agencia se hacía presente.

Conforme pasaba el tiempo mis pertenencias y objetos personales, que estaban en el departamento que compartía con las chicas, iban tomando poco a poco un lugar en la modesta casa de dos pisos que compré, con mis ahorros. Un recurso, que estaba segura, me serviría en cuanto decidiera formar una familia.

Debido a la situación. Decidí que era mejor mudarme y no molestar a las chicas con las intensas dificultades del embarazo. Ellas, por supuesto, se negaron, pero no lograron hacerme cambiar de opinión. No lo hacía solo por ellas. Aun así, prometieron estar al pendiente de mí. Acordé contactarlas a menudo, y llamarlas si es que se me presentaba algún problema.

La empresa también fue muy accesible, querían que me quedara, y prometieron regresarme mi puesto en el grupo cuando todo terminará. No estaba tan segura de aceptar. Mi conciencia ya estaba tranquila después de que Jung Min y Shouta arreglaran sus diferencias, luego de que las chicas me hicieran soltar una que otra lágrima con su despedida, y de que el staff de la empresa se comportará muy bien conmigo... Sabía que en el momento en el que diera a luz, mi vida iba a cambiar, tendría una responsabilidad mayor. Estaba segura que no podría con los ensayos pensado que mi bebé estaría al cuidado de otra persona, estaba segura de que quería ser yo la quien lo cuidara.

Estaba segura de que no querría perderme su primera risa, su primera palabra, su primer berrinche, su primer puchero.

Estaba segura que querría estar ahí, para ser yo la persona que lo atendiera.

Estaba segura que querría estar ahí, cuando rayara las paredes, cuando tuviera que alimentarlo con papilla, o cuando tuviera que bañarlo.

No podría seguir bailando, y cantando, mientras tuviera un bebé en casa.

- ¿Lo vas a extrañar cierto?



Mine estaba en el salón de baile, tenía la mirada perdida, mientras miraba a su alrededor y a la vez a ningún lado.

Aquí fue donde la vi bailar, y la escuché cantar, por primera vez. Aquí fue donde la vi sonreír y llorar. Aquí fue donde, en su momento, practicamos todos cuando tuvimos una presentación en conjunto. Aquí estaba la parte de su vida que ella más amaba y que, ahora, tenía que despedir.

Volteó a verme, y en su perfil se asomó una tierna pancita.

- Por supuesto que si - Me sonrió, y volvió a verse en la pared de espejo.

Cómo si no pudiera sostenerse la mirada ella misma, dejó que algunos mechones de su cabello, que escaparon de su recogido peinado, escondieran su rostro. Las tenues luces del lugar la hacían ver muy maternal, y a la vez, lejana a mí. Traía una blusa holgada azul claro, y debajo, una blusa blanca. Esta blusa dejaba ver sus hombros, lo suficiente como para pensar que se veía tiernamente sexy. Vestía también sus, ahora ya habituales, pants color negro hasta las rodillas.

Mientras caminaba para acercarme a la espalda, tan delicada y fina, que tenía mi novia. La duela recién lustrada sonaba con cada paso que hacía. Mi reflejo, y el de ella, se proyectaron frente a nosotros, y noté que miraba sus zapatillas. Estás bailaban discretamente al compás que Mine imponía.

Me detuve a tan solo unos pasos de distancia.

- ¿Estás realmente segura de querer dejar la empresa? - le pregunté con todo el tacto que pude.

Ella aún me daba la espalda, sabía que esto era duro para ella. Sus sueños, sus metas, todo lo que había logrado, pasaba ahora a un segundo plano.

Through Everything  [En Emisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora