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La mujer se encontraría entrando a la sala donde los peces gordos se encontraban, abrió las puertas de golpe siendo seguida por un sonriente Gojo y un pensativo Geto.

—Vosotros... ¡Vosotros sois un par de seres despreciables! Me habéis mandado a morir a la tumba de mi madre.

—Allinq, le pedimos que se calme, no le conviene enfadarnos. —Dijo uno de aquellos señores mirándola fijamente.

—O que ¿Vais a mandar a alguien para que me mate? —Se cruzó de brazos alzando una de sus cejas. —Exijo una disculpa.

Estos se echaron a reír mientras que la menor los miraba de forma seria, uno de ellos al ver la seriedad de ella sonrió ampliamente mirándola mientras limpiaba un par de lágrimas que caían por sus mejillas debido a sus carcajadas.

—¿Es enserio? ¿Te recuerdo que tu vida y la de tu hermano depende de nosotros? —Entrelazó sus dedos sobre la mesa.

La mirada de la albina se hizo aún más sombría al escucharlo y se acercó a la mesa donde se encontraban ellos.

—Allinq, quieta. —Intervino por primera vez el albino mayor que ella. —No merece la pena hablar con seres como ellos.

—A que te refieres con seres, Satoru. —Cuestionó uno mirándolo fijamente.

—No se os puede llamar humanos. —Agregó Suguru, cargó a la menor en su hombro y salió de la sala para después dejarla en el suelo. —¿Que ibas a hacer? ¿Abalanzarte sobre ellos y causar un escándalo? —Ante el silencio de la mujer suspiró. —¿Para que te serviría eso? ¿Para poner en peligro tu vida y la de tu hermano? —Posó sus manos en sus hombros agachándose a su altura. —No merece la pena, ante esta clase de cosas lo mejor es tragarselo y asumir el riesgo.

La de ojos morados lo miró, una fina capa de lágrimas amenazaba con salir de sus cuencas oculares, el pelinegro al ver esto posó una mano en su espalda y la acercó a su cuerpo formándose así un abrazo.

—Es tan injusto... —Murmuró mientras posaba una mano en la chaqueta del mayor y la cerraba formando un puño.

—Lo sé... —Respondió el acariciando su cabello. —Satoru, vámonos de aquí, es solo ver su sala y ponerme enfermo.

El albino asintió y separó a la menor de su amigo comenzando a correr empujándola, con intenciones de subirle los ánimos.

—¡En marcha! —Dijo euforicamente mientras continuaban corriendo. La menor comenzó a reír levemente mientras corría también para no caer de bruces al suelo. —¡Eso es!¡Alegría para el cuerpo!¡Salgamos esta noche!

—No podemos, Satoru. —Recordó Geto. —Aunque nos deben una buena salida, la de hoy la han arruinado.

—¿Cuando y donde? —Apareció Shoko con un cigarro entre sus labios.

—Esta noche en Roppongi. —Contestó Gojo.

—¿Pero no acabas de escuchar a Geto?—Cuestionó Allinq.

—¿Entonces a las 19:00 salimos los cuatro de aquí? —Dijo Shoko ignorandola completamente.

—Oye, hacerme caso.

—Sip, a esa hora todos en la entrada, mañana es fin de semana así que podemos permitirnos salir y disfrutar, que la noche es joven. —Gojo esbozó una amplia sonrisa. —Voy a prepararme, este bombón no se va a arreglar solo.

—¿Entonces nadie me hace caso? Genial. —Murmuró la menor.

—No te preocupes, yo te estaba escuchando pero me era más divertido ver cómo te ignoraban. —Geto posó una mano en su hombro y sonrió mirándola. —Ve a prepararte, al parecer salimos esta noche, digamos que es como tú fiesta de bienvenida y la celebración de tu primera misión. Luego nos vemos, Allinq. —Se fue de allí.

Medio HechiceraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora