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A partir de ese día Geto y Allinq oficializaron su relación, aunque decidieron mantenerla en secreto, al menos del albino, ambos sabían lo emocionado que se pondría y querían disfrutar de sus momentos de soledad un par de días más al menos.

—¡Inumaki! —Utahime se acercó a ella y se cruzó de brazos mirándola. —¿Tu sabes dónde están esos idiotas?

—¿Hablas de Geto y Gojo? —La de flequillo asintió. —No, no lo sé ¿Porque?¿Que han hecho esta vez?

—Robarnos el uniforme a mí y a Shoko.

La albina al escucharla esbozó una sonrisa mientras la miraba, ella era más alta que la mayor. Se agachó un poco hasta llegar a su altura.

—¿Y a mi que? Es tu problema, no el mío. —Posó una mano en su cabello y se adentró en la escuela suspirando, de verdad le caía horriblemente mal Iori. —Salir de ahí.

Dijo cerrando los ojos. Los varones salieron con los uniformes puestos, incluidos unos pendientes de Ieri.

—Hola Allinq, estás muy guapa hoy ¿Has cambiado de champú?

—Cierra el pico Satoru. Tenéis que devolver eso. Ahora. Utahime ha venido a quejarse, y sabéis que no la aguanto, así que, por favor. Ir y pedirles perdón.

—Bien bien. Tendríamos que haber cogido tu ropa. —Se quejó mientras iba a su habitación.

—Sabes que podéis cogerlas siempre que queráis. A mí me da igual. —Se cruzó de brazos apoyando su cuerpo en la pared.

Gojo se metió en sus aposentos y aprovechando la soledad del pasillo, Suguru se acercó a ella, posicionando sus manos a ambos lados de su cabeza. Se acercó a su rostro pero la albina puso sus dedos sobre sus labios.

—¿Me estas rechazando el beso?

—Lo siento, cariño, pero vestido así no me gustas. La ropa te viene pequeña y no te favorece.

El azabache soltó una pequeña carcajada mientras asentía y se separaba de ella.

—Entonces iré a cambiarme para gustarte. —Dejó un pequeño beso en sus labios para después ir a su habitación.

Allinq esbozó una sonrisa para después seguirlo de cerca. Entró tras el y cerró la puerta, fue hacia su cama, recostándose en esta.

—No tardes, Shoko ha dicho que vamos a comer todos juntos en el comedor. —Dijo ella mientras miraba al techo, evitando observar a su pareja.

—Ya casi he acabado. —Se colocó una camiseta negra y se puso en su campo de visión. Sonrió. —Te quiero.

—Y yo a ti. —Le devolvió la sonrisa y justo cuando empezaron a acercarse Satoru abrió la puerta, provocando que la mujer empujara a su pareja al ponerle un pie sobre el abdomen. Suguru llegó hasta casi la pared paralela de la de la cama.

—¿Suguru? ¿Que haces en el suelo? —Gojo se acercó a su amigo.

—Me he tropezado... —Entrecerró sus ojos mirando a su pareja. Ella miraba a otro lado. —En fin, vámonos. —Se levantó del suelo tras lanzarle su zapato a la albina.

—¡Suguru!

—Perdón, se ha resbalado de mi pie. —Le sonrió.

La mujer se levantó cogiendo el zapato, le dió con este en la cara.

—Perdón, se ha ido directo a pegarte en la cara. —Se lo dió y salió de la habitación. Escuchó la pequeña risa de su novio.

—Vosotros dos... Estáis raros. —Satoru los miró. —Estáis más amistosos que de normal.

Allinq giró su cabeza para mirarlo. Tenía una mueca de desagrado en el rostro.

—¿Más amistosa?¿Con ese? Ni de coña, antes dejo me mate una maldición. —Le guiñó un ojo mientras Gojo se giraba a mirar la reacción de su amigo.

Nadie más dijo nada durante todo el trayecto hasta llegar a la cafetería de la academia. Inumaki entró a la gran sala abriendo sus brazos al ver a Mei allí.

—¡Mei!

—Pagame si me vas a abrazar.

—¡Shoko! —Giró de trayectoria a la castaña, la abrazó con fuerza sentándose en sus piernas. —¿Como está hoy mi sexy amiga?

—Bastante enfadada, sobre todo cuando no tenía una muda de ropa limpia que ponerme. —Miró fijamente al azabache, este giró la cabeza hacia otro lado. —En fin, hoy tenemos una misión, bueno, tenéis. Yo no voy, me quedaré en la retaguardia por si acaso os pasa algo.

—¿A los tres? —Preguntó Gojo uniéndose a la conversación .

—Tu no vas, y Geto tampoco, solo van Nanami e Inumaki. Vosotros dos tenéis que ir a Okinawa a otra misión. —Los mayores asintieron y tomaron rumbo hacia allí.

—Oh, está bien ¿Y donde está Kento? —Se levantó de sus piernas y miró a su alrededor en la cafetería.

—Fuera.

Allinq asintió y tras coger una manzana de un cuenco que había frente a ellos fue en busca del rubio. Fue a un pequeño estanque que había algo alejado de la escuela, ahí estaba el, observando el agua mecerse por el movimiento de los peces que habitaban en el.

—¿Estás bien? —Le ofreció la manzana mientras se sentaba a su lado.

—¿Te puedo ser sincero? —Ella murmuró un "si". —No lo estoy, lo de Yuu... Me ha dejado pensando, no quiero malgastar mi tiempo en este trabajo que puede matarme en cualquier momento, quiero vivir mi vida...

—¿Vas a irte? —Vió como Nanami mordía la manzana.

—Aún no, cuando acabe los tres años me iré, supongo que trabajaré en una oficina.

—Que aburrido.

—¿Y tú? ¿Si te fueras de aquí al acabar la escuela de que trabajarías?

—Seguramente estudiaria para ser enfermera... Me gusta cuidar de la gente...

—Poco práctico.

La albina rió levemente apoyando su cabeza en el hombro de su mejor amigo. La muerte de Yuu los había unido más de lo que manos pensaban.

—Tenemos una misión, Shoko irá con nosotros. —Avisó ella. Kento se levantó y tomó su mano.

—En marcha entonces, te cuidaré las espaldas.

—Igualmente.

¿Quién diría que ninguno de los dos podría cumplir su palabra?

Medio HechiceraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora