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Suguru había pasado a recogerla esa mañana para poder ir al zoológico junto al menor de los inumaki.

—¿Sigue siendo necesario que venga Seito? —Repitió por quinta vez el azabache.

—Te vuelvo a decir que si, sin el Toge no puede ir a ningún lado solo conmigo, por seguridad de ambos. —Tomó su mano entrelazando sus dedos. Dejó un beso en sus nudillos. —No pienses en el ¿Si? Yo te quiero solo a ti ¿No se nota acaso?

—Se nota, si, no desconfio de ti, eso nunca, desconfío de el, no me da buena espina, no me cae bien.

Allinq asintió riendo levemente, ambos caminaron al coche. Subieron y tras conducir hacia el alojamiento del pequeño albino, aparcaron en la entrada, tocaron el claxon un par de veces.

—Voy a ir a por el. —Juntó sus labios con los de su pareja por un par de segundos. —Guapo.

Salió del coche y se apoyó en la puerta del piloto mirando fijamente hacia la puerta del patio, en cuanto esta se abrió una cabellera blanca se dejó ver. La Inumaki se arrodilló frente a el y lo abrazó con fuerza.

—Salmón.

—Espero que eso sea un te quiero. —Bromeó cargándolo en el aire. —Si es un saludo, hola. Pero si es un ¿Que tal estás? Estoy bien. Tantos enigmas en esa pequeña palabrita tan adorable.

Lo subió al coche y abrochó el cinturón, al salir de este se dió cuenta de la presencia del castaño frente a ella.

—Allinq.—La saludó de manera formal.

—Seito. —Repitió su mismo patrón. Le estrechó la mano para después separarse. Subió de nuevo al coche y una vez el hechicero estuvo dentro del vehículo, el azabache puso rumbo al zoológico. —¿Que tal la semana, Toge? —El menor asintió alzando sus pulgares. —¿Seito se porta bien contigo? —Miró de manera amenazante al nombrado a través del espejo retrovisor. Toge volvió a asentir. —Bien. Si no ya sabe lo que le espera.

Una vez llegaron al lugar, Geto aparcó en el parking tras pagar una pequeña tasa en la entrada de este antes de entrar. El mayor le abrió la puerta a su pareja y está bajó del vehículo tras dedicarle una amplia sonrisa.

—¿Que tal estás, chaval? —Se acercó a Toge y posó una mano en su cabello revolviéndolo.

—Atún.—Le sonrió abrazando su pierna.

—Dice que está bien. —Seito pasó por su lado yendo hacia la taquilla para sacar las entradas.

—Lo sé, le he entendido. —Geto frunció el ceño y cargó a Toge. —Se que me prefieres a mi ¿Verdad? —El menor negó. —¿A si? Pues yo soy el que sale con tu hermana, que supere eso. —Lo dejó en el suelo con cuidado. —Nena. —Allinq frenó su paso para mirarlo, este se acercó a ella y depositó un beso en sus labios. —Te quiero.

El rostro de la mujer enrojeció levemente al escucharlo, tomó sus mejillas dándole otro beso.

—Y yo a ti.

Se separó de el y tras tomar la mano de su hermano se encaminó al interior del recinto, Seito ya había pagado las entradas, excepto la de Suguru.

—Oh, mi error, no me acordaba que éramos cuatro personas. —Sonrió mirando al azabache. Geto apretó los puños, miró a su pareja y está negó mostrando al menor.

—No te preocupes. Un error lo tiene cualquiera ¿No? —Pagó su entrada y entró. Rodeó la cadera de Allinq con su brazo. —¿Vamos, mi amor? —Besó su cabeza comenzando a caminar hacia distintos recintos, seguían a Toge en todo momento.

La pareja perseguía al menor por los distintos hábitats de animales.

—Toge, para, voy a sacarte una foto, frena. —El albino asintió y paró de caminar, se giró a mirar a su hermana y sonrió ampliamente. —Pero que cosa más linda... —Le sacó una foto.—Nuevo fondo de pantalla... —Murmuró mirando la imagen.

—Dame el teléfono, os sacaré una a los dos.—Seito extendió su mano, esta le dió el teléfono y corrió al lado de Toge.

—La foto es de los dos, no solo de ella. —Dijo Suguru estando detrás del hechicero, había visto como este hacia zoom a la mujer.

—Disculpame, se me han ido los dedos. —Les sacó un par de fotos. —¿Quieres unirte a ellos?

El azabache asintió yendo con ellos, rodeó el hombro de su pareja y posó su mano en el hombro del niño. El de velo en los ojos sacó varias fotos.

(...)

—Suguru, cálmate.

Cada uno había vuelto ya a sus respectivos lugares, la pareja a la escuela mientras que Toge y Seito al piso donde residían temporalmente.

—¿Que me calme? Ese cabrón me ha cortado en todas las fotos. Sólo hay una en la que salimos todos y salgo con los ojos cerrados. —Le mostró la foto. La albina rió levemente.

—Sales bien, deja de quejarte, no te preocupes, a la próxima saldremos solo nosotros con Toge.

—Mejor, no aguanto a ese tipo, encima su energía maldita es extraña, viene y va constantemente, no me siento cómodo con él.

—No volveremos a quedar con el entonces, me importa lo que tú pienses, así que, no más Seito.

Geto asintió y abrazó el cuerpo de la mujer con cierta fuerza, calmándose casi al instante.

—Allinq. —Nanami apareció tras tocar la puerta. La nombrada se separó de su pareja y fue con él. —¿Podemos hablar?

—Por supuesto, vuelvo enseguida.

Le guiñó un ojo al más mayor de los tres y fue con el rubio, entrelazó sus brazos mientras andaban hacia el jardín.

—Voy a dejar la hechicería, aún no, pero voy a hacerlo, solo quería que lo supieras...

—¿Seguiremos en contacto?

—Por supuesto.

—Mmm... No me gusta la idea de que te irás... Pero, si es lo que quieres lo aceptaré, quiero que sepas que tienes todo mi apoyo, cualquier cosa sabes dónde estoy, y tienes mi número, así que, llámame.

—Claro... Aún no me voy, pero quería que lo supieras, te avisaré antes de hacerlo definitivamente.

Allinq asintió y lo abrazó con fuerza.

¿Quién diría que ninguno volvería a contactarse hasta años después?


Medio HechiceraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora