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Entró a la habitación del azabache, sabía que ahí estarían el trio de amigos. Cerró la puerta tras de si y se giró a mirarlos.

—Tengo un dilema, no suelo preocuparme por la ropa, pero Haibara me ha invitado a cenar con el y Nanami, quiero lucir bien ¿Que me pongo? —Mostró los dos trajes que traía en sus manos, posó varias veces cada uno sobre su cuerpo.

—Pienso que ese azul te quedaría bien, combina con el blanco de tu cabello y el color morado de tus ojos. —Geto la miraba atentamente mientras se cruzaba de brazos. Gojo y Shoko se giraron a mirarlo algo sorprendidos ¿Desde cuándo Suguru sabía sobre combinar ropa? —¿Que? Estoy con ella todo el día, algo he tenido que aprender de ropa digo yo. —Miró a sus propias piernas algo avergonzado.

—Pero yo también estoy todo el día con ella y ya sabía de antes, no entiendo como tú ligas más que yo, Suguru, no comprendes a las mujeres.

—Pero si sé complacerlas, esa es mi contestación.

Allinq los miró algo asqueada mientras se giraba hacia Shoko, repitiendo el proceso de los trajes encima de su cuerpo.

—El azul estará bien, cambiate en el baño y sal para que te veamos. —Sacó un cigarro para después encenderlo. La mujer acató la orden y se adentró al baño a cambiarse.

—Oi, Ieri, no fumes en mi habitación, se impregna el olor a todos lados y es molesto. Además, a Allinq le molesta ese olor. —La castaña sonrió ampliamente al escucharlo.

—Veo que te has tomado la molestia de investigar sobre ella. Ahora me dirás qué es únicamente una compañera de trabajo para ti ¿No? —Dijo dando una calada. El azabache se quedó callado.

La albina salió del baño y los miró abriendo sus ojos. Ambos amigos se giraron a ver a Geto, este la miraba fijamente con una leve sonrisa y cierto brillo en los ojos.

—Estas guapísima. —Ieri se levantó tras apagar el cigarro y dió vueltas al rededor de su cuerpo, observándolo. —El pantalón remarca tu cadera y trasero, te queda como un guante ¿Que opináis chicos?

—Lo mismo que tú, la que tiene buena percha puede ponerse cualquier cosa... —Gojo le guiñó un ojo tras bajar sus gafas oscuras. Miró a su amigo. —¿Y tu?¿Que opinas?

—Lo mismo que Shoko.—Se levantó y caminó hacia ella. Sacó su cabello de dentro de la chaqueta y lo peinó con sus dedos con cuidado de no hacerle daño. —Listo ¿Donde vais a ir?

—No lo sé, nos tiene que llevar Haibara. —Miró el reloj que tenia el azabache en la habitación y rápidamente se puso los zapatos que había traído. —Me voy, ya es la hora. Buenas noches chicos.

Salió de la habitación y corrió hacia la entrada, habían quedado los tres allí. Pudo divisar a lo lejos la melena rubia de Nanami por lo que aceleró su ritmo, cayendo de bruces al suelo tras tropezar con su propio pie.

—¡Inumaki-san! —Haibara se acercó corriendo mientras Nanami cubría su boca, tratando de no reír. —¿Te encuentras bien? —La ayudó a levantarse y limpió su ropa del polvo de la tierra del suelo.

—¿Te estás riendo, Kento? —La mujer ignoró por el momento a Yu mientras ladeaba la cabeza viendo al rubio. Este se tensó y se dió la vuelta, comenzando a caminar mientras negaba. —Eso creía. —Se giró a mirar al azabache. Sonrió. —Estoy bien, gracias.

—Menos mal... Es que tu caída ha sido muy fea. —Comenzaron a caminar tras Nanami. —¿Quién conduce?

—Ninguno somos menores. —Dijo el tercero que hasta ahora no había intervenido. —Iré a preguntar si alguno de los mayores nos puede llevar y recoger.

Medio HechiceraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora