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Gojo y Geto tenían una misión. La cual le contaron por encima sus compañeras. Según ellos si ellas hubieran llegado a estar también se las habría encomendado a ella.

—¿Y cuanto tiempo estaréis fuera? —Preguntó Allinq mirando fijamente al azabache. Este esbozó una sonrisa y posó una de sus manos en su cabello.

—No mucho. Mirarlo por el lado bueno. Tenéis días libres hasta que os asignen una misión. —Respondió el de ojos rasgados.

Tras una pequeña despedida cada uno se fue por un camino. Ella había decidido ir a su habitación. Iría a pasar el día a Tokyo. Al llegar se puso simplemente una falda negra que le cubría hasta los talones y una camisa ajustada de color gris. Salió de la escuela tras avisar que saldría. Decidió bajar la montaña andando. Al llegar a Tokyo comenzó a recorrer algunas calles concurridas. Trataría de no perderse.

—Tengo hambre...

Murmuró mientras posaba una mano en su vientre. Decidió ir a un bar cercano de su posición. Entró y observó todo por encima.

—Un tazón de ramen, porfavor. —Se fijó en la televisión.—Oh, las lanchas. ¿Que debo hacer para apostar?

—¿Eres mayor de edad?

—Si.—Mintió.

—Dime por quien apuestas y yo lo compro por ti. —Dijo el dueño del local. Ella se fijó en las lanchas fijamente.

—El número 1. Yamazaki.—El señor asintió para después darle un papel, el cual guardó en un bolso. Su comida fue servida y ella se sentó en una mesa en la cual únicamente estaba sentado un hombre corpulento de cabello negro y cicatriz en los labios. Comenzó a comer.

Notó como el hombre se levantó y chocó contra otro, haciendo que la comida del señor cayera al suelo.

—¡Espera un momento! —Gritó el afectado. Pero en eso el de ojos azules se agachó a mirarlo fijamente. Haciéndolo callar.

—Que maleducado. —Dijo en voz falta por accidente. Se levantó de su asiento y fue a ayudar a recoger. Le sonrió al contrario y entre los dos empezaron a limpiar. Iban bien de no ser porque el mismo hombre había pisado los fideos. —¡Venga ya!¿¡Cuál es tu maldito problema!?

—Luego te llamo. —Dijo el, colgando el teléfono. Se giró a mirarla. —¿Disculpa?

—Primero chocas con el, no te disculpas. Y ahora pisas lo que has provocado ¿Que narices te pasa?

—Una justiciera eh. Niña, metete en tus asuntos. —Se dió la vuelta para observar la carrera.

Una vez acabaron de limpiar ella volvió a su asiento. Metió un par de fideos a su boca mientras escuchaba como el número 3 se había desviado. Por lo que el 1 y el 2 iban en cabeza. Le provocó una sonrisa en el rostro. Sabía que iba a ganar.

—¡Y el número 1. Yamazaki ¡Cruza primero la línea de meta! —El interlocutor de la televisión lo anunció.

—Mierda... —El hombre sin vergüenza arrugó su papel, lo que causó una amplia sonrisa en el rostro de la albina, llena de satisfacción.

—Eso es el Karma. —Dijo en voz alta. Obviamente por accidente.

—Niña. Fuera, ahora. —Se levantó saliendo del establecimiento. Ella se levantó suspirando y tras pagar su comida salió de este. —Suelo pasar de la gente como tú ¿Sabes? Pero hoy estoy de tan mal humor que la pagaré contigo.

—¿Disculpa? Mire. No se que narices está diciendo, pero me está asustando. Si le ha molestado mi conducta me disculpo. Veo innecesario que tenga que hacerme pagar por eso. —Aferró su bolso a su hombro.

Medio HechiceraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora