Capítulo 2.

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Juliana siempre había sido una persona segura de sí misma.

Odiaba cuando la gente era grosera.

Y también odiaba a la gente irresponsable.

Había crecido en una casa pequeña y una familia amorosa.

Su Mamá falleció en un accidente de tránsito, y su madre se encargó de todos a pesar de ser una omega con el solo trabajo de camarera.

Tal vez no creció en una casa grande, tal vez muchas veces el agua estaba helada porque no podían pagar para tener gas en la casa y muchas veces ella tuvo que cuidar a sus hermanos por las tardes porque su madre tenía turnos extras, pero su infancia fue asombrosa, su madre nunca le exigió crecer rápido, sino que le permitió lo que muchos no le dejaban a sus hijos cuando tenían problemas económicos, le dio el amor suficiente a cada uno de sus hijos, por eso cada uno de ellos tenía un corazón enorme, en donde guardaban tanto amor que su caras adorables lo demostraban.

Por el otro lado, Valentina creció en un ambiente hostil, su Mamá era dueño de una empresa que próximamente heredó, pero al perder a su madre, este se volvió cruel y frío. Nunca le permitió a Valentina ser quien ella quería ser, nunca vio ninguna de sus pinturas —Y vaya que era talentosa— le exigía ser una alfa fuerte y sin emociones, cuando esta era como una masita llena de amor que solo quería abrazar a los demás. Cuando termino la universidad, este le exigió contraer matrimonio con una omega, una omega cruel y frívola, aunque Valentina pensara que era una mala persona, jamás la odiaría y feliz le brindaría todo el dinero del mundo para que se mantenga feliz y alejada en su casa en cuba, esto porque le brindo a sus hermosos cachorros.

Esos pobres cachorros... Quienes fueron abandonados por su madre sin siquiera pestañear, esos pobres cachorros quienes escucharon todos los días el odio de su madre, quien les repetían constantemente que ella no era su madre, ella pudo haberlos procreado, pero ella no era su madre, ella no era la persona a la que podrían abrazar o llorar en su hombro, ella solo era la que los creo.

Una fría noche de noviembre ella se fue, dejando una nota en la cama y tomando todas sus pertenencias —Y una que otra cosa valiosa de los cajones de Valentina— exigió sus cheques continuos, dejó un contrato de divorcio firmado que pudo empezar a tramitar después de la muerte del Mamá de Valentina, Valentina por un segundo se sintió mal, pero solamente por sus cachorros ya que no sabía cómo reaccionarían, pero después de ese segundo, Valentina sintió paz.

Inhalo y exhalo sin ese molesto olor a coco que ella dejaba.

Los cachorros solo asintieron con su cabeza y no dijeron nada, igual, esa omega nunca fue su madre.

Juliana se encontraba enfrente de la enorme casa, con un currículum en la mano y su mejor ropa, que consistía en un pantalón que no tenía hoyos que robó del armario de Lena y un suéter suave de color azul marino.

Sus manos temblaban cuando tocó el timbre de la bella casa.

Segundos después un alfa joven de cabello rubios y ojos azules abrió la puerta.

—¿Quién eres? —El chico acomodaba su cabello debajo de su gorra.

—Buenas tardes, soy Juliana, vengo por una entrevista como niñera. —Le ofreció una sonrisa, pero el alfa solo analizó las facciones de la omega.

—Adelante, traeré a mi mamá.

Sin más el alfa abandonó la sala dejando a la linda omega que se encontraba igual de nerviosa, mucho más si consideraba que el joven alfa de seguro era el hijo de otro que era el doble de atemorizante.

—¿Quién eres? —Una vocecita atrás de Juliana llamó su atención, dejando ver a un niño de cinco o seis años apuntando una nerf a la omega frente a él.

𝐘𝐞𝐥𝐥𝐨𝐰 𝐅𝐥𝐨𝐰𝐞𝐫𝐬 𝐚𝐧𝐝 𝐂𝐨𝐟𝐟𝐞𝐞 𝐂𝐮𝐩𝐬; 𝐉𝐲𝐕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora