Capítulo 10.

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Valentina podía ser una alfa que era respetada y temida en su trabajo por la forma tan imponente en que llegó a su puesto, siendo inteligente e ingeniosa al saber cómo maniobrar a los accionistas, sus estrategias y la forma en que controlaba a sus empleados —siendo amable y atenta al mismo tiempo que era imponente y firme—, era una alfa hecha y derecha, formada por su padre que estaba obsesionado con la idea de una Valentina fuerte y calculadora que pudiese tener una familia que continuará con el legado Carvajal.

A pesar de ser todo eso, Valentina era una especie de alfa empalagosa, le gustaba mimar a sus cachorros, hornear y hacer reír a sus amigos más cercanos con sus chiste absurdos y juegos de palabras ilógicos.

Muy en el fondo soñaba con encontrar al omega perfecto con el cual casarse, marcarlo y mimarlo todos los días, pero sabía que eso era imposible debido a su timidez para hablar con omegas atractivos o por el simple hecho de que ningún omega se emparejaría con una alfa con cachorros.

A pesar de saber que su misión de encontrar a la pareja perfecta ya había parado al conocer a Juliana, pero se cruzó otro impedimento.

Juliana era su empleada, y no sabía cómo hablar de su enamoramiento con ella sin ser inoportuno, no quería que la omega se ofendiera y decidiera irse cuando sus cachorros la adoran, no soportaría ver a sus cachorros sentirse abandonados.

Sumándole su timidez, el hecho de que Juliana era su empleada y miedo a ser rechazada es que la omega ya estaba en una relación.

Ese doctor moreno de ojos azules y barba perfectamente cuidada logro que la omega aceptara ser su pareja.

La alfa de Valentina gruñó y aulló triste al ver a la omega llegar con una cadena de oro delgada colgando en su delicado cuello, y un ramo de rosas juntas por un lazo negro. Juliana contó la historia emocionada, con sus mejillas sonrojadas y una brillante sonrisa en su rostro.

Derek escuchaba la historia con un puchero en su rostro, Mark estaba desconfiado del alfa nuevo de su mamá y Valentina... Valentina quería correr a su cuarto y llorar, especialmente porque ese brillo especial en la mirada de Juliana no se encontraba. Tal vez tenía una gran sonrisa en su rostro, pero faltaba ese lindo brillo en esos cafés.

Habían pasado unos meses y Juliana se veía triste a menudo. Llegaba a casa triste o avergonzada, evitaba conversar con Valentina quien siempre la esperaba, y al despertar al día siguiente se veía feliz solamente cuando estaba con los cachorros.

—¿Sucede algo, Juls?

Valentina llamó la atención de Juliana quien saltó en su lugar al ver la mano de la rubia acercarse a su hombro.

Gimoteó un poco en silencio.

—N-no, y-yo solo estaba un poco distraída, el cumpleaños de Derek es pronto, y su fiesta necesita muchas preparaciones, ya sabes. —Juliana rio nerviosa y Valentina la vio desconfiada.

El día de anterior Juliana había salido con Jared a una cita, y al regresar esta se veía un poco asustada, especialmente porque el olor de Jared estaba impregnándola, pero no escondía completamente el olor a miedo.

—Sabes que puedes hablar conmigo, para cualquier cosa que necesites, Juliana. —El tono serio en la voz de Valentina hizo a Juliana voltear a verla alarmada.

Ella se levantó nerviosa de mesa del desayuno donde estaban, tomó su taza de chocolate que estaba a la mitad y la colocó despacio en el espacio para lavar los platos.

—T-todo está bien, señora Carvajal. No hay nada de qué preocuparse, y-yo tengo que ir a ver a Ian, su siesta casi acaba.

Salió técnicamente corriendo de la cocina y subió con rapidez las escaleras. Juliana llegó rápido a su habitación y cerró la puerta con seguro, se recargó en la escalera y se dejó caer lentamente al suelo.

𝐘𝐞𝐥𝐥𝐨𝐰 𝐅𝐥𝐨𝐰𝐞𝐫𝐬 𝐚𝐧𝐝 𝐂𝐨𝐟𝐟𝐞𝐞 𝐂𝐮𝐩𝐬; 𝐉𝐲𝐕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora