Hola Interpol (y...¡Daniel, cuidado no te caigas!)

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Mediados de 2014

Aquella vez, cuando toqué en mi primer concierto con Interpol, fue también cuando Daniel "me vió" por primera vez; lo recuerdo con preocupación, porque él casi se cae —literalmente, y no era la primera vez que le sucedía. Hoy en día, aún me causa mucha preocupación, me pone los nervios en punta cada que lo veo acelerar inmesurablemente sus pasos hacía atrás—. Yo estaba loqueandome tocando Obstacle 1, de la misma forma que siempre soñé tocarla mientras saltaba sobre mi cama a media noche frente al espejo con los audífonos a alto volumen. Brandon en los teclados se estaba riendo de mí y Paul al micrófono tal vez también, pero Daniel se quedó tan impresionado —para bien o para mal— que se olvidó frenar sus pies mágicos mientras se deslizaba por el escenario hacia atrás, tocando apasionadamente su Epiphone, y terminó chocando contra uno de los amplificadores —con mucha elegancia, por supuesto—. Se repuso de inmediato con sutileza y casi no quiso volver a verme el resto de la presentación. Esa noche él estuvo tan extraño.

Aunque más extraño se puso cuando Paul grabó un video divertido para presentarme como la nueva "adquisición" de la banda pidiéndome que bailara con una canción de Fugazi mientras estábamos todos reunidos—Paul es cruel, por cierto—. Yo sabía que pagaría caro el querer hacerse la burla de mí y me puse a bailar como sólo yo sabía hacerlo —¿Ya dije que estoy chiflada?—: los brazos pegados al cuerpo, la cabeza dando vueltas a más no poder y saltando como si no hubiera un mañana; giraba de un lado a otro y era como un pez a punto de morir. La risa chirriadora de Paul no superaba la cara pálida y atónita de Daniel. Era como "Qué carajos…"

Aún así, el resto de la temporada todos fueron muy amables conmigo; en especial Daniel, pero ese era su atributo natural. Creo que dejó de tenerme "miedo" cuando un día le sostuve la puerta amablemente —casi estaba gratamente impresionado—. Con el que tuve más acercamiento en ese entonces fue con Sam, de alguna manera era como si él empatizara conmigo. Lo recuerdo…

— ¿Cómo nos ves? A Paul, a Daniel…a mí…

En aquel entonces dejé de comer mis cereales insuflados y miré divertida a Sam. Estábamos sentados en la acera frente al bus de gira mientras los demás lo cargaban de provisiones.

— Pues…como unos tipos geniales; no, en realidad son unos verdaderos caballeros, en serio —sonreí.

— En cuánto a la personalidad… ¿Tal vez sientes que…?

— Sabe, no, yo… Es como si…—mire hacia el bus— los relacionara con personas que ya he conocido antes.

— ¿Ah sí?

— Sí. El señor Paul…

— Paul… —el sonrió. Yo estaba adquiriendo el hábito de llamarlos "señores", tal vez como una mofa amistosa al hecho de que eran "mis jefes".

— EL SEÑOR PAUL —reí deslizando mis botines de combate sobre el asfalto— él, él… es como, él me recuerda a una niña de mi escuela…

— ¿Qué? —rió Sam.

— Sí, y ella…ella me odiaba —no me dejé llevar por la risa sólo porque era un hecho verdadero—. Está bien, no me odiaba pero sí era algo distante conmigo. Nos sentabamos juntas, pero… No sé, ella…"se las traía conmigo".

— Entiendo.

— Pero lo interesante fue que al final, cuando crecimos, ya en secundaria, nos fuimos llevando mejor. Nunca fuimos las mejores amigas pero nos teníamos respeto y consideración.

— Eso suena muy interesante, eh —me miró con una sonrisa—. Y Daniel…

— El señor Daniel…

Volvió a reírse.

— …EL SEÑOR DANIEL —continué aguantandome la risa—, me recuerda a varias personas que siempre fueron geniales conmigo, es decir… No sé qué veían, pero se acercaban a mí, me hablaban y se volvían mis amigos… Una mitad de ellos quiso que fuera su novia.

— ¿Oh, en serio? 

Justo en ese momento, Daniel y Paul voltearon a vernos porque nos estábamos riendo y parecía como si estuviésemos pasando un buen rato juntos. Paul pronto volvió la cabeza a lo suyo pero Daniel siguió mirándonos disimuladamente a la distancia.

— ¿Y yo? —me preguntó Sam entonces.

Me giré a verlo a los ojos, le dí una sonrisa sincera.

— Usted me recuerda a mí.

𝙈𝙮 𝘿𝙚𝙨𝙞𝙧𝙚: Daniel Kessler y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora