Los postres de Dan (y... I just ran, I ran all night and day...)

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(continuación del capítulo anterior)

— ¿Por dónde fuiste esta mañana? —me preguntó Sam preocupado sentandose a mi lado en el vestíbulo del hotel— Daniel estaba preguntando por ti y nadie sabía dónde hallarte; tuve que mentirle diciendo que estabas comprando "cosas" para que no saliera corriendo a buscarte por toda Alemania.

El pensar en Daniel buscándome me mandó otra señal de descarga eléctrica a mi espina dorsal.

— Estaba corriendo…

— ¿Corriendo? —me miró Sam extrañado.

— Sí, solo corrí, como la canción de  A Flock of Seagulls —le dije enajenada de todo, como una completa boba, y hasta me puse a cantarle: "I just ran, I ran all night and day… And I ran, I ran so far away"

Sam me miró con el ceño fruncido en silencio por un par de segundos hasta que me llamó suavemente por mi nombre y me preguntó si me sentía bien.

De pronto Daniel apareció por detrás nuestro y mi corazón se detuvo. Lo ví de reojo y me tensé para no comenzar a temblar como una chiquilla asustada. 

— Hola —nos saludó Daniel con esa condenada sonrisa de oreja a oreja, y creo que estaba desparramando su brillo por todo el mundo.

— Qué tal Dan  —le contestó Sam apoyándose contra sus rodillas.

Yo sólo asentí a su saludo amablemente y me fijé que él tenía una bolsa de papel en una mano, así que me enfoqué en eso. Entrecerre mis ojos…hmm… Seguramente era comida…

— ¿Puedo sentarme al lado de la señorita? —le preguntó Daniel entonces a Sam, cruzando amablemente las manos por delante e inclinandose un poco a él.

Sam alzó las cejas casi impresionado ante la gracia de esa solicitud y no tuvo más que responder un: "Pues… adelante…"
Y recorrió un asiento sin dejar de observarnos con curiosidad.

— Hey… —me saludó Daniel al sentarse a mi lado, ocultando la emoción de su mirada.

— Hola Dan…Danny —casi tembló mi voz al llamarlo así, con cariño, con cariño inevitable.

— Hola… —se quedó él mirándome perdido, como si hubiera olvidado cómo hablar.

Ahora sí estaba temblando.
Oculte mis manos para que no lo notara y me enfoque de nuevo en su bolsa de papel. Tomé aire dispuesta a romper ese silencio incómodo.

— ¿Qué es eso? —le pregunté apenas, señalando la bolsa.

— Oh —reaccionó Daniel de pronto,como si de hecho se hubiera olvidado de algo realmente importante—. Esto… Claro, casi lo olvido —rió nervioso—. Esta mañana quería que fuéramos a una confitería maravillosa muy cerca de aquí, pero… No estabas… —su voz sonó apenada y me dió algo de tristeza— Sam dijo que fuiste a comprar algunas cosas, no sé si te fue bien, si no podemos ir a buscarlas más tarde, puedo ayudarte o tal vez…oh, mierda, me estoy desviando del tema —y se echó a reír ocultando su rostro—. Lo siento, no sé… qué carajos me sucede…

— Me fue bien.

— ¿Qué?

— En lo de las compras, me fue bien —le dije mirándolo con ternura. No pude resistirme a tocar su brazo suavemente y estuve luchando con todas mis fuerzas por no echarle los brazos a los hombros y abrazarlo con  todas mis fuerzas— No te preocupes.

Él sonrió como si le hubiera dado la mejor noticia del mundo, y yo pude ver en su pecho cómo la respiración se le dificultaba. Era real… Era hermoso…

𝙈𝙮 𝘿𝙚𝙨𝙞𝙧𝙚: Daniel Kessler y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora