Amo a Daniel Alexander Kessler (uy, más comida)

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Abril 2015

Estábamos plenamente de vuelta en la ruta y nada podía ser más emocionante para mí que compartir el escenario con estos hombres. Estaba disfrutando cada momento, en serio; era especial para mí, cada noche era una celebración. Y lo mejor… ¡Me pagaban por ello!. Es decir, estaba viviendo un jodido sueño.

Y no podía ser mejor. En realidad, Daniel era lo mejor de todo.

Daniel se hizo vegetariano a los 20 años y luego fue añadiendo mariscos a su dieta volviéndose así pescetariano. En ese entonces se había hecho copropietario de una par de buenos restaurantes en Nueva York, y era más que todo por lo que me dijo: amaba la comida.

[[ “No me gusta la comida, la adoro. Y no me la trago si no la adoro” ~Anton Ego (Ratatouille, 2007) ]]

Como se lo diría a Sam, hay un clic y luego siguen una sucesión de clics. Daniel y yo pasamos la mayor parte del invierno juntos en Nueva York —aunque casi siempre en compañía de alguno o algunos de sus amigos—. Me llevó a conocer sus restaurantes favoritos, incluidos de los cuales era socio. El Bergen Hill fue mi favorito, porque el cheff era muy buena onda, te explicaba todos los platillos, sin contar que sus creaciones eran maravillosas; Daniel era copropietario desde 2010 y cuando me llevó por primera vez ya estaban pensando en moverlo a un espacio más grande; actualmente está ubicado en Manhattan, pero en ese entonces estaba en Brooklyn y alrededor habían muchos restaurantes italoamericanos, era absolutamente genial.

 El Bergen Hill fue mi favorito, porque el cheff era muy buena onda, te explicaba todos los platillos, sin contar que sus creaciones eran maravillosas; Daniel era copropietario desde 2010 y cuando me llevó por primera vez ya estaban pensando en mo...

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Una vez, Daniel, me invitó a cenar en su departamento, en una reunión de amistades y familiares

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Una vez, Daniel, me invitó a cenar en su departamento, en una reunión de amistades y familiares. Me dió un poco de ansiedad, por eso de socializar… Cielos. Lo bueno de andar con Daniel era que él siempre buscaba la manera de hacerte sentir cómodo/a con las cosas y las situaciones.

Qué más, a decir verdad, me gustaba demasiado pasar tiempo con ese hombre. Poco a poco comenzaba a percibir cómo mi idealización sobre él iba desapereciendo y comenzaba a verlo cómo el hombre que realmente era; es decir, no estaba tratando solamente con Daniel Kessler el guitarrista post punk dueño de los pasos prohibidos ( del cual seguramente tenía algún poster guardado en alguna parte); se trataba del hombre en sí… Daniel Alexander Kessler, sobre el escenario y tras las bambalinas; con trajes pulcros y con sudaderas y toda una historia tras y junto a él. Y entonces comenzábamos a hablar y hablábamos todo el día… Hacíamos bromas y nos reíamos de ellas sin esperar que nadie más lo entendiera. El secreto era que…pues, me gustaban sus ojos. Cuando él te habla, sus…lindos ojos, se mueven nerviosos y de pronto… ahí los tienes, fijándose en ti, con gracia, como si te pidieran permiso para ver tu interior, un poco de tu verdad. Creo que él ya sabía, por tanto, lo mucho que yo lo quería. 

En aquella cena —a la cual asistí de manera demasiado informal, y en la cual además terminé rompiendo accidentalmente dos platos—, conocí a uno de sus hermanos, y me encontré con algunos de sus amigos que ya había conocido antes. De pronto, me sentí como si… estuviera… como si hubiera encontrado mi lugar. Es gracioso, porque esas cosas casi no pasan; pero, creo que en realidad, sólo fue la emoción de sentirme aceptada en un "círculo social", porque antes… usualmente no encontraba un grupo, un lugar fijo dónde encajar, y… Allí, con Daniel y los demás, podía simplemente llegar con mis pantalones anchos, mis converse con dibujitos y mis camisetas con estampados extraños sin sentirme raleada. Era genial.

Y entonces estábamos de vuelta sobre los escenarios, y yo estaba feliz porque podría pasar mucho más tiempo con Daniel. Oh, y lo llamaba "Dan" … ¡Ya lo llamaba "Dan"! Así que tuve que llamar a Sam y a Paul por sus nombres también dejando el "Señor" de lado… sólo para que no me vieran raro.

Y Dan sonreía tanto ¡Prácticamente sonreía todo el tiempo! Siempre estaba "bien". Era como si brillara, y eso me emocionaba porque...brillabamos juntos.

Esa sin duda fue mi etapa más cursi en la vida; andaba canturreando canciones por los rincones, cerrando los ojos e imaginando cosas, casi hacia las cosas por hacer, como si flotara. Tenía tanta inspiración que ya había escrito un par de canciones en secreto y, cuando no había nadie, tomaba mi vieja guitarra y…

"Tú me haces querer tomar mi guitarra y celebrar las inumerables formas en las que yo… Te-amo"

Me quedé en seco. Yo… ¡Oh, maldita sea, estaba enamorada da Daniel!

Creo que fuí a correr tres millas muy lejos en el espacio sideral ese día.

𝙈𝙮 𝘿𝙚𝙨𝙞𝙧𝙚: Daniel Kessler y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora