Capítulo siete.

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Al día siguiente, cada uno nos separamos por diferentes lugares.

Recorrí las calles de Dónovan, me había tocado al este en los condominios de la gente con identificación 501-900; Los pobres.

Así que si, la mayoría de los lugares estaban solitarios y destruidos. Ellos solo una vez reclamaron diciendo que el rey se olvidó de ellos. Los que se manifestaron, fueron castigados en la plaza de la justicia por terrorismo.

Caminé durante todo el día, preparamos una mochila con nuestras cosas. Así que me detuve varias veces a beber agua.

Fue en uno de esos momentos que más allá visualicé un bosque gigante. Los tenientes de la academia solían decirnos que, si nos portábamos mal, nos dejarían ahí durante tres días.

—¿Qué hace un soldado aquí?

Me sobresalte cuando escuché una voz. Miré a todos lados y no encontré a nadie.

—Aquí abajo.

Bajé la mirada y me encontré con un niño pequeño, tenia su cabello crespo verde y su piel era tostada. Era pequeño, y la desnutrición era más que obvia, por lo cual, parecía mucho más pequeño de lo que era. Pero fueron sus ojos lo que llamaron mi atención; Rojos. Incluso más fuerte que el cabello de Cassandra.

—Hola, soy la soldado Scarlett Baker—me presenté—. Estoy recorriendo el lugar por ordenes de mis superiores.

Pero él no escuchó mis palabras, tenia su boca y ojos abiertos con asombro. Pestañeaba y soltaba ruiditos de sorpresa.

—¿Es usted una Diosa? —susurró.

Eso me sacó una sonrisa, me agaché hasta estar a la misma altura que él.

—Creo que estoy lejos de serlo, ¿lo dices por mi cabello blanco?

—Y por la luz dorada.

—¿Luz dorada?

—La que sale de usted.

Observé confundida al niño, sus ojos parecían ser sinceros, pero eso era algo imposible.

—¿Cómo te llamas y cuantos años tienes?

—Isaac y tengo diez.

—Isaac, ¿Qué haces aquí y no en la academia?

—No voy—se encogió de hombros—. Sirvo al rey de diferente manera.

—¿Hay otra manera de servirle al rey?

—Si, pero es secreta.

Lo miré de manera confunsa antes de asentir, no podía seguir perdiendo mi tiempo.

—¿Sabes lo que hay más allá del bosque?

—Muros.

—Bien, justo lo que necesitaba.

Me puse de pies y me despedí con un gesto de manos del pequeño niño, pero él me detuvo.

—Quiero estar junto a usted.

—No soy una diosa, en serio.

—Quiero estar junto a usted—Repitió.

—Entonces encárgate de ir a la academia y elegir la tropa de la libertad—Lo miré fijamente—. Si entras, yo misma te entrenaré.

—¡Nos veremos!

Caminé dejándolo atrás. Si tenia diez años faltaba seis años para que se graduara de la academia, aunque esperaba que si, no sabia si estaría viva en ese tiempo.

Cuando llegué al bosque saqué mi linterna, los troncos estaban tan juntos que se hacia imposible caminar de manera cómoda entre ellos. Suspiré y me adentré, solo esperaba no perderme.

Solo por esta nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora