Capítulo cuarenta.

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Rea estaba embarazada. La veía, sus ojos botaban lagrimas mientras estaba sentada en su trono dentro de la montaña, todos los Yolihuane observaban con tristeza.

—Se llamará Shalmai, será su líder—Pronunció—. Ella guiará la gran batalla final.

—Pero madre, ¿usted quiere destruir a los humanos? —Preguntó Cassandra mientras acariciaba su panza.

—Ellos no son lo que yo creí.

—Quizás...

—¡No, Cassandra! Ellos deben morir, desaparecer, solo existiremos nosotros.

—Esta bien, madre—Susurró con tristeza—. ¿podre ser su amiga? —Preguntó.

—Esta criatura no tendrá amigas ni familia—Dijo con odio —. Desde pequeña será criada por lo que es: la destrucción.

Rea estaba sudada y lloraba de dolor, parecía una humana, solo que sus ojos estaban completamente negros, bajó su mano y de ahí sacó una pequeña niña de cabello blanco y ojos morado. Retrocedí y negué al darme cuenta que era yo.

—Esto es lo que el general Gusday me ha hecho—Gritó, los yolihuane prestaban atención—. Pero esta niña será su propia venganza, he visto el futuro, hijos míos, y Shalmai, su líder, será la que destruya el mundo.

Una imagen pasó por mi mente, pude verme a mi misma con la cabeza de Ryan en mis manos y una sonrisa en mi rostro mientras presumía haber matado al coronel.

—¡Nooooo! —Grité presa en el recuerdo.

—Destruirá todo lo que conocerá—Siguió.

—¡No! ¡Ryan! ¡Ryan ayúdame por favor!

—Y destruirá a quién amará.

**

Estaba yo junto a Cassandra.

—Madre dice que es porque fui creada de las ultimas que no logro crecer y volverme adulta—Dijo Cassandra.

—Es genial que te deje decirle madre, yo tengo que llamarla diosa Rea.

—Madre es así, sé que parezco de tu edad, ocho años, pero en realidad llevo viva veinte años y la conozco mejor que nadie, solo quiere... venganza por lo que Gusday le hizo.

—Sé que soy el fruto de su sufrimiento, pero, soy su hija de todos modos, vengo de su vientre.

—Sé que madre te hubiera amado en otras circunstancias.

—Pero tocó esta, y no me ama.

—Yo te amo, Shalmai.

—¡Siiiii! —Grité de emoción.

—Y tengo un plan para recuperar a mi madre y que vuelva a amar.

—¡Me parece bien!

De pronto, ambas estábamos corriendo descalzas por el césped.

—¡Cassandra, eres mi mejor amiga!

—¡Lo soy!

**

—¡No puedes tener amigos, entiéndelo! —Grito Rea.

La imagen de mi misma era igual a la de ahora, parecía tener veinte años.

—Lo único que hago es entrenar y entrenar, Cassandra solo me vino a ver.

—¡No puedes hablar con nadie!

—No entiendo por qué me odias...

—Eres producto del odio de un hombre, jamás lo entenderías, haz lo que te pido o muere.

Solo por esta nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora