Capítulo treinta y cinco.

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Escaparíamos con Ryan hoy a la noche.

Estuve todo el día con una bola de nervios acumulada en mi estomago, mi cabeza estaba en otro lado y todos lo notaron, Cassandra me envió a la habitación a descansar.

Ya estaba anocheciendo cuando él apareció.

—¿Cómo te sientes? —preguntó.

Traía su uniforme de entrenamiento y lo encontré mucho más delgado que antes, su rostro tenia unas ojeras tremendas y sus brazos acumularon muchas mas cicatrices durante el año que no estuvo conmigo. Aun así, una sonrisa honesta estaba grabada en su rostro.

—Mucho mejor.

—Tengo algo para ti.

Tomé asiento bruscamente emocionada por sus palabras.

—¡¿Qué es?!

—El rey tiene una bodega con cosas antiguas, le llama "museo"—Dio un paso hacia mí—. Apenas la vi me he acordado de ti.

Soltó una carcajada al verme tan ansiosa, hasta que por fin sacó una...

—¡Cámara fotográfica! —Grité.

—Sé lo mucho que querías una.

—¡Ryan, es lo mejor del mundo!

Él se sentó a mi lado y me enseñó como ocuparla; No era nada difícil, solo tenia que apretar un botón, luego saldría la foto y tendría que esperar un tiempo hasta que se mostrara en el papel.

—¡Ponte ahí! —Le grité.

—¡Noo! No quiero una foto.

—¿Por qué?

—No me gustan.

—A mí si, ponte ahí.

Puso sus ojos en blanco y gruñó, pero lo hizo de todas maneras. Me reí al ver lo tenso que estaba.

—¡Quiero a Ryan, no a mi coronel! —Lo regañé—. Intenta sonreír—Sonrió—. Vale, mejor no sonrías.

Me miró enfadado y yo apreté el botón. Salió la fotografía y esperé unos minutos... hasta que ahí estaba, en mis manos, Ryan.

***

—Ya dormí a los guardias, tienes diez minutos para llegar—Se escuchó su voz por el walkie-talkie.

—Voy llegando—me atreví a decir.

Seguí caminando observando el cielo azul, pronto continuaría la tormenta y era mejor estar abrigada. Llevaba solo una cosa en mi mano y no podía dejar de observarlo.

—Vamos, luciérnaga, que estoy ansioso.

Cerré mis ojos y me detuve.

—Ryan, me demoraré un poco. Sale tú.

—¿Qué?

—Hay unos policías mas adelante, me esconderé. Cuando terminen de hacer vigilancia llegaré a ti.

—¿Estas segura?

—Si, avísame cuando salgas.

Seguí caminando cuando después de cinco minutos sentí su voz.

—¡Estoy afuera! ¡Lo logré! ¡Te estoy esperando!

Suspiré de alivio, yo también había llegado a mi destino.

—Ryan, lo lamento mucho.

—¿Scarlett?

—Yo... yo no puedo ir contigo, pero me encargare de que tu libertad sea por siempre, lo prometo.

Solo por esta nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora