Mañana saldríamos de los muros.
Por lo tanto, hoy teníamos que ir donde el rey.
Coloqué mi capa y me miré en el espejo del baño: mi cabello blanco iba sujetado en una coleta como siempre, mi traje morado liso y bien puesto, y la capa, la capa era lo que más me gustaba. El águila con la espada enterrada. Ubiqué mi espada en mi cadera y me di vuelta.
—Woooow—Henry entró al baño y me observó—. Se nota que te bañaste—Bromeó.
Él se veía atractivo también.
—Es hora de irse.
—Ve, que hago pis y voy.
—Entendido.
Salí del baño y caminé por el pasillo, me imaginé que todos estaban en la cancha cuando comencé a bajar la escalera y solo hubo silencio.
Como siempre, mis cordones se soltaron y casi tropiezo, me arrodillé para amarrarlos pero otra persona lo hizo primero.
—¿Nerviosa, Soldado Baker?
—No mi coronel.
—Si usted cree que el rey se esta dando cuenta, vaya hacia mí y susurre una palabra clave para salvarla.
—¿Palabra clave? ¿Cómo cuál?
Terminó con un zapato, yo lo miraba fijamente con una sonrisa mientras desamarró el otro y volvió hacer un nudo más firme. Tenia la sensación que se demoraba a propósito.
—Solo nombre tormenta y nos iremos de ahí.
—Pero... es el rey.
—Y usted una de mis soldados.
Levantó su vista y cuando vio mi sonrisa, sonrió también, eso hizo que mi pecho estuviera cálido.
—Ya sé por qué siempre sus cordones están sueltos—me dijo, sin dejar de observarme—. No sabe amarrarlos.
—¿No? Aprendí hacer nudos en la academia.
—No es su fuerte, otro día le enseñaré.
Asentí y se puso de pies, quedó mas cerca de lo normal.
—El traje le queda bien, coronel.
Más que bien. A lo largo de mi existencia, tendría imágenes que conservaría durante mucho, mucho tiempo. Y de la mayoría él sería el dueño. Esta seria una de esas fotografías mentales que me guardaría para mí: Ryan con su traje morado camuflado, con su cabello castaño oscuro recién cortado, su piel bronceada brillante, sus pecas más notorias que otros días y su capa, que él acomodaba para que no cubriera su numero de identificación.
Eso fue lo que más me gustó del coronel, que nunca se avergonzó de su numero, parecía lucirlo con orgullo.
—Usted se ve li...
—¡Ahhhh!
Ryan se alejó demasiado rápido cuando escuchamos un grito de las escaleras de arriba.
—Es Henry—Suspiré.
Él asintió, ni siquiera se despidió cuando bajó las escaleras. Fue ahí cuando los dos notamos que, para asustarnos, sabíamos que no estábamos haciendo algo normal. No era una charla entre un superior y su soldado.
Cuando Henry llegó hacia mí me miró confundido.
—¿Aun estas aquí?
—Estaba amarrando mis cordones cuando escuché tu grito.
—Ah, una abeja. Odio las abejas.
Solté una risita nerviosa y bajé con él las escaleras. Cuando llegamos a la cancha nos esperaban dieciséis caballos, pero al único que yo miré fue al caballo que lideraba la fila. Pilar.
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Solo por esta noche
Romance"En un mundo donde amar no estaba permitido, él y yo encontramos la libertad en los brazos del otro". Portada creada por @tylerevelynrood (en Instagram) No se aceptan adaptaciones. Todos los derechos reservados, 2022.