Corre, corre, corre.
Reí mientras el viento me alcanzaba.
—¡Me atrapaste!
Te atrapé, te atrapé, te atrapé.
—¡Es muy divertido jugar contigo!
Miré lo que tenia frente a mi, eran los muros gigantescos.
Enemigos, enemigos, enemigos.
Susurró el bosque.
Yo sonreí y miré al sol.
—¿Por qué estamos atrapados?
Queremos nuestro hogar, hogar, hogar.
—Oh, ¿Quieres irte de aquí? —miré hacia el bosque, sentí que el aire se volvía liviano—. ¡Te extrañaré!
Todo eran mis amigos, amaba a todos. Miré mis pies descalzos y caminé hasta colocar mis manos sobre el muro.
—No puede ser—susurré.
Y comenzó mi llanto.
Lo suficiente para llamar la atención de una señora que pasaba por ahí.
—¡Oye, niña! ¿estás bien?
Ella se arrodilló a mi lado, el viento y el bosque se pusieron en alerta.
—Estos muros... estos muros contienen mucho odio. Ella no debería tener odio, solo amor.
La señora pareció ignorar mis palabras, limpió mis lagrimas y sonrió.
—Estos muros nos protegen.
—¿De qué? —pregunté curiosa.
—Al otro lado hay monstruos.
Hogar, hogar, hogar.
—El viento me dice que es nuestro hogar.
—¿El viento te habla?
—¡Si! —me olvidé de mi llanto—. Y también el bosque, el sol, las tormentas, el suelo, los animales, todo. Estos muros... tienen mucho sufrimiento.
—¿Cuánto años tienes?
—¡Cuatro!
—Tengo un hijo de seis.
—¡Quiero ser su amiga!
Ella sonrió y asintió.
—Esta bien, serás su amiga.
Miré el muro nuevamente. Y no solté mis palmas cuando murmuré:
—Tomo lo que te atormenta, no sufras, no tengas odio. Lo tomo, lo hago mío, quiero que sea mío. Quiero que estés llena de amor, solo amor.
Cerré mis ojos cuando sentí un odio hacia todo el mundo, un odio descomunal, lo sostuve, lo analicé y lo dejé ir.
—ahora ¡Ábranse! —grité.
Y tal como lo ordené, el muro vibró y luego fue abriendo un pequeño camino hacía mi. No se destruía, solo desaparecía dejando una pasada limpia, permitiéndome ver el desierto.
Hogar, hogar, hogar.
—¿Quiere ir a mi hogar? —le pregunté a la señora.
La señora retrocedió, luego dio un paso, miró hacia el desierto y su boca se abrió con asombro.
—Pero, ¿Qué eres tú?
—Una guerrera, ¿Le gusta? La naturaleza es mi amiga.
—No puede ser—susurró.
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Solo por esta noche
Romance"En un mundo donde amar no estaba permitido, él y yo encontramos la libertad en los brazos del otro". Portada creada por @tylerevelynrood (en Instagram) No se aceptan adaptaciones. Todos los derechos reservados, 2022.