Capítulo veinticinco.

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No sé cuanto tiempo pasó hasta que abrí mis ojos, mi cuerpo pesaba y dolía.

—Lett, bienvenida—Sonrió Henry.

—Hola—Susurré débilmente, mi garganta estaba seca.

—Ten.

Levantó un vaso con agua y me ayudó a tomar.

—¿Estoy en la central de medicina?

—Si, hace tres días.

—Tienes una cicatriz—le dije, viendo su rostro.

—Si, de seguro me la hice mientras veníamos hasta aquí. No se ve tan mal, ¿No?

—Es pequeña, cuando te crezca el pelo cubrirá tu frente.

—Que alivio, ¿Cómo te sientes? ¿Quieres que llame al doctor?

—Estoy bien, no... no quiero hablar con nadie ahora mismo. Con nadie que no seas tú.

—Está bien.

—¿Qué fue lo que pasó?

—¿Hasta donde recuerdas?

Y odié cuando todo vino a mi memoria de golpe. Podía recordar perfectamente el dolor de mi muñeca, de mis dedos, pero fue aun más doloroso saber que estaban lastimando algo que era mío. Algo que me pertenecía. Podía sentir el dolor cuando la espada se enterró en su estomago.

Pero lo que más dolió fue el lazo romperse, mi alrededor se quedó sin oxigeno, mis órganos dejaron de funcionar, todo a mi alrededor desapareció y mi corazón se detuvo.

Por un breve segundo mientras el lazo era arrancado debido a la muerte de Ikaika, morí.

Y, luego, estaba vacía.

—Hey... no quería hacerte llorar.

Limpié mis lagrimas y pregunté:

—¿Cómo están todos?

—Jason tiene una infección en el estomago, el capitán Caleb esta inconsciente, pero no tiene daño, se dice que despertara cuando pueda reunir energías, Cassandra tenia pequeños cortes alrededor del cuerpo que se le infectaron, pero estamos todos bien, todos vivos.

—Me alegro mucho—Admití.

—Llegamos increíblemente rápido, el desierto se hizo solo a unos pasos, cerramos nuestros ojos pestañeando, y ya estábamos frente a las paredes. Y en otro segundo, estabas siendo operada.

—¿Cuánto tiempo tengo que estar aquí? Y con esto.

Apunté la férula que cubría desde mi mano hasta el codo. Era mi brazo derecho, así que sería una inútil por un tiempo.

—Solo cinco días más y al menos un mes con la férula.

—Es mucho tiempo.

—Es un precio corto, salimos afuera, descubrimos cosas que nadie más logró y llegamos todos con vidas.

—Todos no.

Miré hacia el techo.

—Tendrás otro caballo.

—No lo entiendes.

—Lo lamento.

Guardé silencio mientras Henry me miró un tiempo más, suspiró y acarició mi rostro.

—Todos en Dónovan nos ven como héroes, el coronel se encargó de darle todos los detalles al rey y Jason buscó en los libros, el mar se llama rio.

—Rio—Repetí asombrada.

Solo por esta nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora