Al otro día estaba a primera hora con el café en la puerta. Aun no salía el sol, mi mano tembló al tocar. No se escuchó nada por unos segundos y luego estaba él, mirándome furioso, como siempre.
—¡Buenos días, coronel!
Ignoró mi saludo, quitó la taza de mi mano y cerró la puerta en mi cara.
Suspiré, hoy tenia que comenzar a cumplir mi castigo. Para esto, Henry y Jason estaban esperando junto al capitán Cole que nos llevaría hasta la granja.
Fuimos caminando, lo que demoró una hora. La gente en Dónovan caminaba mucho, los caballos solo eran ocupados para ocasiones especiales o para la familia real.
Cuando llegamos pude sentir el olor desagradable que generaba los cientos de animales en este lugar.
—El capitán Dariel junto a la teniente Dina le explicaran lo que tienen que hacer—Nos dijo—. Les darán vestimenta y no tienen permitido llegar a la central a dormir.
—¿Dónde dormiremos? —preguntó Henry, asustado.
Me fijé en su número de identificación: el 110. Lo que significaba que pertenecía a la clase alta de Dónovan. Los números nos dividían, nos hacían recordar lo que teníamos permitido y lo que no. Los primeros trecientos números eran la clase alta, hasta los quinientos clase media, hasta los novecientos pobres y los últimos cien números, quedaban para quienes eran familiar de algún simpatizante o terrorista.
Los números nunca cambiaban, uno no podía subir por mucho que se esforzara. Cada miembro de la familia tenía el mismo numero.
Yo tenia el 99.
Henry era el 110.
Jason el 560.
Y el coronel era el 1000. El ultimo número.
—Tiene que pedir permiso para hablar—le dijo duramente.
—¡Permiso para hablar, mi capitán!
—Permiso permitido, hable, soldado Henry.
—¿Dónde dormiremos?
—Ese es problema de ustedes—Vi la sombra de una sonrisa—. Ah, por cierto—. Me observó fijamente—. El coronel le sugirió que durmiera con los cerdos.
Dicho eso, se fue por donde llegamos.
—Genial, tengo que trabajar con la suicida—Murmuró Jason.
—No es de mi agrado trabajar con usted.
—¡Para mi si es el agrado de trabajar con los dos!
Ambos miramos a Henry como si estuviera loco.
—¡Soldados!
Las instrucciones del capitán fueron claras. Teníamos que ordeñar, esquilar a las ovejas, recolectar huevos, alimentar a los caballos y limpiarlos, alimentar a los cerdos y mantenerlos libres de infecciones.
Nos pasaron un pantalón café, unas botas largas y una camiseta morada con la insignia de la granja. Donde estábamos era solo una parte, se dividía entre muchos lugares.
Al menos el primer trabajo no fue duro.
Solo era limpiar a los caballos.
—Mira, limpia ese, tiene tu mismo cabello—Se burló el soldado Jason.
Miré al ultimo caballo que había en el corral. Estaba alejado de todos, comiendo tranquilamente. Era blanco completamente, lo que, hacia resaltar sus ojos profundamente negros, distantes.
—No puede tratarme con tanta confianza—le recordé a Jason.
—Si puedo, ¿Verdad, soldado Henry?
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Solo por esta noche
عاطفية"En un mundo donde amar no estaba permitido, él y yo encontramos la libertad en los brazos del otro". Portada creada por @tylerevelynrood (en Instagram) No se aceptan adaptaciones. Todos los derechos reservados, 2022.