𝑵𝒐 𝒎𝒆 𝒎𝒊𝒓𝒆𝒔 𝒄𝒐𝒏 𝒆𝒔𝒐𝒔 𝒐𝒋𝒐𝒔 -𝓑𝓪𝓴𝓾𝓰𝓸𝓾 𝓗𝓪𝓽𝓼𝓾𝓴𝓲

ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝑋𝑋𝐼𝐼

Bakugou

Estaba jodido.

El examen era en parejas y al parecer a algún descerebrado le supuso una buena idea que yo trabajara con Deku contra All might.

Explotaría algo. Oh, claro que iba a explotar algo.

—¿Qué pasa? —pregunté, al ver como Flor tiraba de mi manga sacándome de mi trance.

Aquellos ojos azules brillantes se centraron en mi rostro y dijo: —Necesito que me prometas algo.

Esto iba a ser malo.

—Depende de lo que sea —respondí, preocupado, pero sin mostrarlo, en busca de lo que fuera tan jodido que quisiera una promesa de mi parte primero.

—Prométemelo Bakugou.

Mierda.

—No antes de que me digas qué es —fruncí el ceño.

Lo más probable es que hiciera lo que me pidiera, pero… ¿Y si me pedía explicaciones sobre mi extraño comportamiento?

No habíamos hablado de eso en absoluto. Ni una sola vez.

Mierda.

Los ojos de flor recorrieron mi rostro, lentamente. —Por favor, promételo. No te pido nada que no seas capaz de hacer.

Debí de chasquear la lengua, porque tiró de mi manga que aún sostenía y sonrió.

Bueno, si sonríe así no debe de ser algo tan malo. ¿Verdad?

—Promételo. Sabes que puedes confiar en mí —dijo, sin que fuera una pregunta, sino un hecho.

Gruñí y ella sonrió más.

—No seas malo con Midoriya.

Oh Dios. Estaba completamente jodido.

Kiyomi

—Creo que lo harán genial si trabajan en equipo. En cambio, yo no creo poder… —le dije a Bakugou en voz baja.

Él se quedó callado más tiempo del necesario. Oh

Si él decía que no soy capaz…

Su cabeza se inclinó bruscamente hacia mi dirección, hacia abajo, que alivió la duda que había surgido en mí ante la idea de que él pensara que no podía hacerlo.

—No busques cumplidos. Eres mejor que eso —me amenazó con un tono que me haría temblar si no lo conociera—. Claro que puedes hacerlo. Nadie es mejor que tú, no actúes como si no lo supieras.

Después de eso vi como se sobresaltó por todo lo que dijo, me pareció verlo sonrojado, pero antes de poder corroborar aquel pensamiento se alejó de mí.

—Vamos —dijo desde un metro y medio de distancia…

No me moví. Tenía miedo de no ser capaz de estar a la altura de Todoroki.

Con un gruñido, se acercó, metió la mano en su bolsillo y la extendió, ahora sostenía un pequeño chocolate en forma de conejito. Alzó las cejas mientras agitaba el chocolate entre sus dedos.

¿Por qué llevaba un chocolate en el bolsillo?

Lo tomé, sin dejar de mirarlo todo el tiempo. Lo desenvolví como una profesional y me lo metí en la boca. 

Qué coincidencia, este era mi chocolate favorito. 

La dulzura solo tardó unos segundos en calmarme, y endulzarme esta sensación tan pesimista.