ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝑋𝑋𝐼𝑋

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"Ha pasado una semana entera, de aquel fatal accidente en el que se vio involucrada la UA con la liga de villanos, recordemos que según los informes preliminares se capturó a 3 alumnos; sin embargo, solo uno era de su interés; Bakugou Katsuki, a los otros 2 los soltaron poco antes de escapar, una de ellos; Kobayashi Kiyomi, sufrió un grave traumatismo en su cabeza cuando los villanos la aventaron, ahora mismo se encuentra fuera de peligro, el tercer estudiante; Tokoyami Fumikage solo presentó traumatismos leves.

Al momento de rescatar al el alumno Bakugou se comprobó que tenía una gran herida en su vientre, por un objeto punzocortante, los doctores comenta que es un milagro, ya que dicha herida no perforo ningún órgano vital, actualmente se encuentra fuera de peligro y en unos días podrá dejar el hospital estos 3 chicos."

Bakugou apago la televisión visiblemente enojado y comenzó a guardar sus cosas en su maleta, por fin era el día en el que dejaría el hospital.

Cuando alguien abrió la puerta de su habitación, este se sobresalta, una pelirrosa cruza la habitación hacia él, con los ojos brillantes y tan azules, parpadeando con alivio.

Ella se quedó inmóvil y se acercó poco a poco hasta sentarse a su lado en la cama.

—Kirishima me dijo que estabas sangrando demasiado cuando llegaste aquí —pasó los dedos por el dorso de su mano y su tacto lo puso rígido, ella quedó paralizada apartándose con la mirada triste— ¿Te dolió?

—No —no, en el sentido que ella pensaba, pero la forma en la que lo miraba, como si temiera que pudiera desaparecer, si parpadeaba... hizo que le doliera el corazón—. Estoy bien flor.

A Kiyomi se le aceleró el pulso cuando él le tomó la mano y empezó a juguetear con sus dedos. Tenía la mano caliente y su piel se sentía áspera junto a la suya.

Entrelazo sus dedos con los de ella con suavidad, le dibujo un pequeño círculo en la palma con el pulgar y después deslizó los dedos para que coincidieran con los de ella. Al final dejó de juguetear, pero no se soltó.

—Me dijeron todos que estás enojado, ¿es verdad?

—Sí.

—Pues en estos momentos no pareces enojado.

—El que esté enojado no se traduce a que deba tratarte mal a ti para demostrarlo —mascullo—, aparte, yo nunca me enojaría contigo —susurro.

—Entonces, ¿puedo darte un abrazo?

Ella lo miró con ojitos de cordero degollado, y él sintió que la yugular se le tensaba; soltó un suspiro cayendo rendido, abrió los brazos y susurro:

—Joder, claro que puedes.

No hubo que repetirlo para que ella lo captará, se abalanzó sobre él con tal ímpetu que ambos cayeron sobre la cama.

La estrecha con delicadeza entre sus brazos, sintiendo que toda la tensión acumulada se desvanece y que puede volver a respirar con normalidad.

La menor no pudo evitar soltar lo primero que se le vino a la cabeza:

—Me alegro de que estés bien. Te extrañé mucho.

Bakugou no había visto venir aquella confesión; más aún, le sorprendió lo sensible que le hizo sentir escuchar esas palabras en voz alta. Pero esa sensación solo duró alrededor de un segundo. Porque después, en voz muy baja, declaró:

—También te extrañé bastante.

No habían podido verse desde aquel día, en parte porque permanecieron en absoluto reposo por sus heridas.

𝑵𝒐 𝒎𝒆 𝒎𝒊𝒓𝒆𝒔 𝒄𝒐𝒏 𝒆𝒔𝒐𝒔 𝒐𝒋𝒐𝒔 -𝓑𝓪𝓴𝓾𝓰𝓸𝓾 𝓗𝓪𝓽𝓼𝓾𝓴𝓲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora