22.- Hora del clímax policiaco.

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Luis y Kat se encontraban frente a un poste de luz. Aunque habían 2 letreros, uno de ellos les llamó la atención.

—Creo que ya va siendo hora, ¿no lo crees? —dijo Kat mientras arrancaba el letrero y se lo mostraba a su amigo totalmente emocionada.

—¿No crees que es más de lo que podemos hacer? Sabes que no somos detectives de verdad, ¿cierto? —respondió Luis.

—Oh, vamos... Ya hemos visto estos carteles antes, y si nadie puede resolver el misterio, entonces nosotros lo haremos, tú confía en mí.

Aunque Luis se mostraba reacio, al final aceptó ya que esta aventura podría ser beneficiosa para ambos. Así que ambos llamaron al teléfono de Iván para advertirle de la nueva víctima del asesino.

Después de unos segundos de espera, es que Luis habló—. Ten cuidado, que van a por ti.

—Dime algo que no sepa —respondió Iván enterado de la situación. Efectivamente, ya había visto el letrero cuya fecha de ejecución no se mostraba como anteriormente, y en cambio, la leyenda decía "Aquellos que me desafíen serán los próximos".

—Vamos a encontrar el gato desaparecido de hace días —respondió Kat. Ambos sabían que dos chicos sin experiencia no podrían entrometerse en asuntos policiales tan peligrosos sin acabar dentro de bolsas negras en botes de basura. Así que mejor decidieron ocuparse de un caso que fuese relativamente tranquilo.

—Eso está muy bien. Es un buen inicio para convertirse en mis sucesores en caso de no poder resolver este caso —dijo Iván.

—Como si eso fuese posible —replicó Kat—. El mejor detective de la ciudad podrá con este caso.

—Gracias por los ánimos. Y eso espero.

Con esa despedida, los tres comenzaron con su investigación.

Luis y Kat se embarcaron a la casa del dueño del gato para conocer más detalles de la última vez que vieron al minino.

Iván, por su parte se preparaba mentalmente en caso de que el plan A no se complete a tiempo. Sabia que estaba en una situación complicada donde el primero que atrapara al otro vencería. Su investigación en la semana le dieron muchas pistas sobre el paradero del sospechoso principal.

Félix Zavala, el hombre que deseó un mayordomo hace dos años estuvo haciendo diversos cambios de casa en los últimos 6 meses. No se le ha visto salir a menudo últimamente, y mucho menos a aquel mayordomo que tenía.

Las grabaciones antes de esa época no mostraron nada relevante ni el rostro de su deseo, pero sus amigos más cercanos se contradijeron en cuanto la apariencia del susodicho mayordomo. Para unos era un hombre alto, muy guapo y esbelto; para otros resultaba un ser repulsivo, y de aspecto inexplicablemente tenebroso.

De cualquier forma, el día de hoy planeó visitar el hogar donde residía actualmente. Y al llegar, los recibió el hombre en cuestión, el cual tenía un aspecto descuidado, pero que por alguna razón se sentía en confianza.

Iván, junto a otros 5 miembros de la policía (estando con él por motivos de su propia seguridad), fueron invitados a pasar amablemente a la sala.

Iván aceptó. Dada a su forma de trabajar en los casos, sabía que las cosas serían mucho más fáciles de esta manera. Además, no podían llevárselo al no haber nada que lo incriminase con el caso en cuestión.

—¿A qué se debe la visita a mi casa? —preguntó Félix esbozando una felicidad y nerviosismo a la vez por sentir que hasta respirar es ilegal frente a los oficiales.

—Hemos recibido informes de que tiene un mayordomo pese a que su trabajo apenas le alcanza para pagar lo de una persona... ¿Acaso le está explotando laboralmente? —se inventó Iván de la nada.

—Imposible. Mi sueldo es el suficiente para pagarle lo justo —dijo el hombre más nervioso.

—Entiendo. Y tranquilícese, si no está cometiendo cosas ilegales no tiene porque estar nervioso.

—Es que no estoy acostumbrado a estar frente a tantos oficiales.

—Descuide, ellos están para protegerme. Lo sabe, ¿no? La próxima víctima del asesino de los letreros soy yo —Iván dijo como de costumbre soltando la información que sabía muy a la ligera. Pero en esta ocasión lo hizo para ver la reacción del sospechoso.

—Oh. Cuanto lo siento —respondió Félix sorprendido por tal noticia.

—No se preocupe... Disculpe, podría mostrarnos a su mayordomo de favor.

—L-lo siento. Él se encuentra ahorita en casa de un amigo.

—¿Puedo preguntar el motivo?

—Cuando me lo piden mis amigos, se los presto.

—¿Se los presta? ¿O sea que lo trata como un esclavo? —preguntó Iván.

—¡No! Solo es trabajo que él acepta y por el cual también se le paga.

—¿Y acepta hacer cualquier orden que ellos le digan?

—Y-yo creo que si —respondió sumamente nervioso. Iván cuando iba en serio, lograba intimidar a cualquier persona.

—Por último. ¿Puede mostrarme una foto de su mayordomo?

—C-claro. Permítame un momento —dijo Félix, para después traer una foto de sus amigos junto a su mayordomo hechas el año pasado.

Iván la miró por varios segundos. Aunque la complexión era muy diferente a la que vio cuando se llevaron a Sara, esos ojos rojos tenebrosos seguían presentes, tanto así que se le escapó una frase—. Es él.

Al escuchar la frase, los oficiales atrás de Iván estaban dispuestos a arrestar a Félix para que todo esto terminara, pero fueron detenidos por el detective.

—¡Alto! No se lo lleven —devolvió la imagen—. Responda, ¿Quién de sus amigos tiene a su mayordomo en estos momentos y donde vive?

Felix, temeroso, dio la dirección que se encontraba a dos calles adelante, a nombre de Natalia Baez y los oficiales salieron pitando al lugar por órdenes de Iván.

—El señor Félix no es el culpable, de eso estoy seguro —respondió Iván pensando detenidamente—. Alguno de sus 3 amigos es quien le Ordena matar a las personas. Para poder darle ordenes, necesitas estar frente a él, y por eso es que el mayordomo está con Natalia.

Iván sabía que podría estar equivocado. Pero ahora mismo era la única pista que tenían. En caso de ser falsa, sería el fin para el mejor detective de la ciudad, ya que el asesino tenía todas las de ganar al no haber testigos sobre quien coloca los carteles y el de cometer asesinatos en lugares donde nadie habita.

Sin embargo, al llegar a la mitad de la calle, el inevitable fin apareció en forma de un hombre con una máscara blanca dispuesto a reclamar la vida de Iván.

Los oficiales se detuvieron, desenvainaron sus armas y apuntaron al ser, pero Iván lo tenía muy claro. El plan A había fallado. No pudo encontrar al culpable antes de que lo encontraran a él, pero todavía faltaba el plan B, el cual sería ejecutado de ahora en adelante. Por ello es que volvió a hablar—.¿Qué hacen? Sigan yendo a la casa. Una vez que termine de matarme, deberá volver con ella, y es allí cuando tendrán toda la evidencia para arrestarla.

Al terminar de hablar, el hombre de ojos tenebrosos desapareció, volvió a aparecer frente a Iván y se lo llevó antes de que pudiesen hacer nada... Incluso aunque tuviesen tiempo, era obvio que no podrían hacer algo frente a aquel ser que antes había sido disparado en el rostro.

Pero no era momento de dudar. Los oficiales se dividieron. Uno llamó a sus superiores informándoles de lo que había pasado, otros regresaron con Félix mientras los demás fueron a la casa de Natalia a esperar a que el mayordomo regresara.

El deseo de estar a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora