iv. hábitos

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 Octubre
 Lunes, semana 3
 08.30 a.m.

Dos semanas habían bastado para que Hongjoong comenzara a notar los hábitos de Song Mingi.

 Por instancia ahí, sentado al lado de él, Hongjoong observaba al rubio tomar apuntes de la clase a la que se supone él también debería estar prestando atención. Le parecía curioso pues, la manera en que Mingi escribía, agarrando el bolígrafo como un niño que apenas aprendía a hacerlo. Y no es que pensara algo negativo de este aspecto, sino más bien, que lo encontraba adorable... aunque no es como si realmente lo expresara.

 —¿Qué haces? —susurró Mingi cuando notó la intensa mirada de Hongjoong encima suyo. Tal como la primera vez que se trataron, el pelinegro no intentaba ocultar lo obvio.

 —Te observo —contestó—. ¿Tienes un problema con eso?

 Mingi rio despacio para intentar no llamar la atención de la maestra.

 —Me incomodas —dijo.

 No esperaba escuchar las siguientes palabras provenir de los labios de Hongjoong:

 —Lo siento.

 Después de estas, el pelinegro se concentró en su trabajo como si nada hubiera pasado.

 Y es que dos semanas habían bastado para que Mingi comenzara a notar los hábitos de Kim Hongjoong.

 Ese era uno: evitaba la mirada cuando empezaba a sentirse nervioso. Sus orejas delataban su sentir pues se coloreaban de rojo. Y no es que pensara algo negativo al respecto, de hecho creía que era adorable. Sentía a Hongjoong más como un gatito huraño que algo más y sostenía esa idea con todo su ser.

 De igual forma, dos semanas habían bastado para que entre ambos chicos ya no hubiera sentimientos tan fuertes de asesinato. En lo que cabía, Hongjoong intentaba insultar menos a Mingi y lo ayudaba cada que podía en el trabajo y en la escuela. Mingi, por su parte y como con la mayoría de sus títulos, se había autonombrado chofer del gatito y lo llevaba hasta la puerta de su departamento tal como Seonghwa se lo pedía a veces.

 Era una tregua aquella que formaron debido a por fin entender lo mucho que se necesitaban el uno al otro para que las cosas funcionaran. Algo que ambos pensaban era que, realmente, no estaba mal: la compañía que se hacían no era tan mala como tenían pensado.

 Sin embargo, por el momento, eso era un pensamiento que ninguno de los dos estaba dispuesto a compartir ni siquiera con sus seres más cercanos.

 A veces hablaban, no solamente en clase ni en el trabajo, sino por teléfono. Y aunque sería mentira decir que las primeras llamadas no eran bizarras, el fin de semana fue suficiente para hacer que tanto el rubio como el pelinegro ganaran la confianza suficiente para decir más que unas palabras.

 Su primera conversación ocurrió después de la salida al cine. Transcurrida la larga despedida entre San y Wooyoung, en donde sus ojos no se despegaban del otro ni un segundo, Hongjoong y Mingi se dijeron adiós con la mirada y una sonrisa. Se hallaban montados en la moto los primos para ese momento y no tardaron en desaparecer por aquella calle iluminada aquí y allá no sólo por las farolas, sino también por la luna y las flores perfumadas con magia.

 Wooyoung, dispuesto a acompañar a su mejor amigo hasta su hogar teniendo como excusa y razón la necesidad de ver a Seonghwa, detuvo al primer taxi vacío que avistó. Su cuerpo nunca se despegó del pelinegro. Cuando llegaron al departamento minutos después, con bolsas de comida en sus manos debido a la parada sorpresa que decidieron hacer en un puesto callejero cercano, Hongjoong sintió su celular vibrar. A pesar de ello, prefirió no contestar en ese momento.

The Thoughts I Thought I Had Were You All This Time -minjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora