xiii. no te vayas

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 Diciembre
 Lunes, semana 4

 05.54 a.m.

[[[[[[[[[[Eres un inservible, Hongjoong.

 Una completa escoria.

 Una mierda.

 ¿Crees realmente que alguien va a extrañar una miseria como tú?

 Deja de creerte importante y ríndete.

 Ríndete y ven conmigo, el único ser en este universo que te aprecia.

 Tú tiempo ha llegado, Hong. Es tiempo de irte.

 Mátate.

 Mátate.

 Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate Mátate]]]]]]]]]]

°°°

 08.00 a.m.

Sin desayunar o incluso realizar su rutina de aseo personal, Hongjoong llevaba desde temprano trabajando en su lienzo para el concurso de la universidad.

 Aunque sus pinceladas se notaran precisas, correctas, la verdad era que el cerúleo no podía sentirse sino demasiado alejado a la imagen que demostraba en su exterior.

 Se sentía enloquecido, molesto. Atrapado en un frenesí del que no podía escapar por más que quisiera.

 —Ha regresado —murmuró apenas despertar.

 No le sorprendía para nada aquel hecho.

 La situación que había causado su desconcierto se originaba en que su guardián no se apreciaba para nada a como era antes de que desapareciera por unos cuantos días.

 No era necesario que Hongjoong prestara atención a las palabras para que notara en estas un deje de furia, de rencor y rabia tan profundos como para intensificar su huella en él.

 Hongjoong se sentía morir por dentro, apabullado por el gran cúmulo de sensaciones que rondaban ya no solo su mente, sino también su cuerpo.

 Una voz conocida lo llamaba de fuera, no dentro de él. Le pedía que volteara a verle, que le dijera que sucedía... pero Hongjoong sentía no poder.

 Su mano estaba pegada al pincel y este al lienzo. Y el cerúleo sólo podía pensar en eso: en la pintura en la superficie que poco a poco dejaba de ser blanca y en que debía terminar la obra antes de que fuera demasiado tarde.

 Mingi aún no sabía de qué iba su esencia, de qué trataba su ser. Y la verdad era que muy probablemente jamás lo descubriría. Se lo había dicho la sacerdotisa en el ritual: Hongjoong tenía un alma corrupta.

 Debía terminar la obra.

 Debía decirle a Mingi.

 Debía probarle al mundo que existía y que era... fue real.

 Debía comprobarle a Mingi que lo amaba a pesar de que las palabras no hubieran zarpado del puerto de su boca todavía.

 —Hong —una mano firme alejó el pincel del lienzo y su mano del pincel y sus ojos de su trabajo—. [[[[[[[[Mátate]]]]]]]] Mírame.

The Thoughts I Thought I Had Were You All This Time -minjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora