Octubre
Lunes, semana 4
02.30 a.m.Ocurrían veces en las que una voz atacaba su consciencia.
Una voz que no le sentaba bien y que siempre concurría en acciones, en palabras, que buscaban dañar.
Una voz que podía tomar varias formas, distintas cadencias y tonos, nunca podía ser algo bueno si no se conocía su origen puesto que no sabrías cómo combatirla. E incluso sabiendo su origen, las maneras para erradicarla también podrían estar perdidas, inconclusas o incógnitas.
En la cabeza de Hongjoong, a veces aquella voz sonaba así [Eres una escoria], así [¿[¿Realmente crees que alguien te ama?]?] y así [M[Á[MÁTATE]T]E]. En otras ocasiones la voz incluso podía sonar así [MÁ[MÁTA[MÁTATE]TATE]TE].
A Hongjoong ya no le sorprendía tampoco que aquella voz pudiera notar fácilmente las distinciones de las voces de cada persona que conociera, por lo que a veces la voz de Yunho solía sonar así [¿Por qué querría ser amigo de una puta como tú?], y la de Seonghwa así [Fue tu culpa por ser una zorra]. Hongjoong sabía que era mentira, sabía que debía ser mentira, pero aún así dolía. Dolía mucho.
A pesar de todo esto, algo de lo que Hongjoong siempre estaría consciente era que su voz, su propia y única voz, tenía un tinte particular que la hacía sonar así [Te necesito], y así [[Te extraño]], y así [[[No tienes idea de cuánto me haces falta]]]... y así [Es mi culpa].
Hongjoong a veces se pregunta de qué manera sonaban las propias voces de sus amigos cuando hablaban consigo mismos en sus cabezas.
°°°
La cama de Hongjoong había tomado el rol de lugar de descanso compartido desde el fin de semana pasado.
Después del beso que experimentó con sus dos amigos, la frecuencia con la que los chicos visitaban la habitación de Hongjoong aumentó. Ya no sólo iban por ratos esporádicos e imprevistos, sino que parecían querer mudarse a esas cuatro paredes que contenían la esencia de Hong.
Acostados en el colchón rodeados por una oscuridad casi maternal, casi arrulladora, Seonghwa y Yunho abrazaban al pelinegro en un intento por protegerlo de sus pesadillas. A pesar de que el chico refunfuñara y dijera que le acaloraban, todos sabían que Hongjoong realmente no tenía problema con las muestras de cariño que le propinaban.
El pelinegro soñaba con una isla, con una diosa y un ente azul.
Caminaban sobre las aguas turquesas aquellos dos seres inmortales, dirigiéndose al mar de estrellas que yacía en el horizonte cercano. Conversaban pues, emocionados por esconderse entre la oscura niebla que componía el lugar. Sin embargo, de un momento a otro se detuvieron.
Hongjoong, que observaba todo desde una posición omnipresente, como si fuera dios y aquellos seres sus creaciones, sintió encima suyo la mirada de la mujer, con cabellos de fuego, y los mil ojos del ente a su lado. De alguna forma sabían que él estaba ahí, espiando, cuestionando.
Hicieron el afán de sonreír a Hongjoong y a la nada. Entonces dijeron suave, delicado:
—[Es tu culpa, Kim Hongjoong. Todo es tu culpa].
Y el chico no tuvo más opción que despertar.
Notó que Seonghwa limpiaba sus lágrimas y Yunho lo abrazaba cuando por fin comprendió lo que sucedía y, entre respiraciones entrecortadas y sollozos, aceptó que estaba comenzando. Que su tortura estaba dando inicio.
—Hongjoong —susurró Seonghwa—, [es tu culpa] ¿cómo te sientes? [Puta precoz].
—¿Quieres que [siempre será tu culpa, zorra de mierda] te preparemos un té o te traigamos un vaso de agua?
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The Thoughts I Thought I Had Were You All This Time -minjoong
Fantasy"No había estrellas a la vista la noche en que Hongjoong decidió mandarle ese último mensaje a Song Mingi. [...] No había nubes a la vista la noche en que Mingi decidió mandarle un mensaje a Kim Hongjoong." En el archipiélago de Stdris, en donde las...