Diciembre
Lunes, semana 2
05.55 a.m.A pesar de no entender si la razón por la que su guardián no había hecho acto de presencia era Mingi, el medicarse u otro saber, Hongjoong estaba seguro de que no escuchar aquella voz tan familiar por las esquinas y habitaciones de su consciente e inconsciencia le habían dado paz y disfrute a su vida. Y, acostado al lado de Mingi, con sus trabajos inconclusos observándolos en la esquina, esperaba que todo siguiera así: feliz.
La respiración de Mingi y el ligero rugido del viento, a veces golpeando contra la ventana, eran lo único que mantenía a Hongjoong de no descarrilarse de vuelta a la tierra de los sueños pues, sin importar que se sintiera cansado debido a que el efecto del medicamento seguía en su sistema, no deseaba dormir. Quería hacer uso de cada milisegundo, micromomento que tuviera disponible para saborear la dulce prosperidad que lo rodeaba en esos momentos.
Observar a Mingi se sentía como magia, como un subidón de azúcar. Tanto así que no pudo evitar pegarse todavía más a él.
Acariciar el pecho desnudo del cenizo hizo que Hongjoong se dispusiera a recordar el momento en que Yeosang les comentó que compartirían habitación, todo después de felicitarlos por tener lo que sea que tuvieran entre ellos dos.
—Ya sabes que no hay muchas habitaciones en casa, Hong —dijo el joven en su momento, con risitas—. Pero cuando Woo me contó que estaban juntos, fue como si por fin hubiera encontrado la última pieza de un rompecabezas.
Los obligó a cruzar el umbral y desapareció del campo de visión de ambos casi en seguida. Hongjoong y Mingi se miraron en ese entonces.
Estaba ubicada en el último piso, la estancia, por lo que los ruidos de los demás no se escuchaban a menos que prestaras suficiente atención. Era la parte del ático, notaron casi al instante, pero estaba tan bien acondicionada que parecía ser más la habitación principal que un lugar para guardar cachivaches.
Sólo había una cama eso sí. Casi en medio. Al lado del enorme ventanal cubierto por cortinas de apariencia pesada y antigua, pero no desgastada.
—Sólo hay una cama —apuntó Mingi.
—Es lo que veo —dijo Hongjoong.
Se volvieron a mirar como forma de aminorar la incomodidad creciente en el aire. Se rieron un poco y decidieron sentarse en el colchón, más suave de lo imaginado. Las sábanas borgoña lisas, sin ninguna arruga a la vista. Una enorme alfombra verde bajo sus pies, cubriendo el suelo de madera oscura.
—¿Te incomoda pensar que vamos a dormir juntos? —Mingi preguntó cauteloso, concentrando la vista en las manos que descansaban sobre el colchón, una al lado de la otra, pertenecientes a un pelinegro y un cenizo respectivamente.
Hongjoong sonrió.
—Ya hemos dormido juntos antes, Min —declaró Hongjoong mientras movía el meñique, delgado y chiquito, hacia la gruesa mano del rubio.
Mingi movió el meñique también y, en un segundo, entrelazó su dedo con el del pelinegro. Tocarlo le daba conforte aun si era algo tan simple como el tacto de un dedo.
—Pero nunca juntos y solos —soltó quedito—. ¿Seguro que no te incomoda el asunto? Puedo dormir en el sofá. No tendría problema con eso. O podríamos pedirle a Seonghwa que nos haga compañía si así lo deseas. Mientras te...
—Mingi —Hongjoong detuvo la carrera de pensamientos que el otro muchacho expulsaba por la boca.
—Hong —el nombre salió más dulce de lo esperado. Mingi no sabía que su voz podía sonar de esa forma.
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The Thoughts I Thought I Had Were You All This Time -minjoong
Fantasy"No había estrellas a la vista la noche en que Hongjoong decidió mandarle ese último mensaje a Song Mingi. [...] No había nubes a la vista la noche en que Mingi decidió mandarle un mensaje a Kim Hongjoong." En el archipiélago de Stdris, en donde las...