xii. aghet

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 Diciembre
 Lunes, semana 3

 07.00 a.m.

Azul manchaba las almohadas crema que reposaban en la cama que Hongjoong y Mingi llevaban compartiendo poco más de una semana.

 Mientras su novio dormía, impasible y con una expresión de pura felicidad en el rostro, Mingi hacía su mayor esfuerzo para no soltarse a abrazarlo debido a la sobrecarga de ternura que le producía.

 Desde que escuchó a Seonghwa y Hongjoong hablar el sábado, el peso del nerviosismo se había instalado en su pecho y, aunque quisiera exigir respuestas para calmar la sensación, sabía muy bien que lo mejor era esperar a que Hongjoong estuviera listo para hablar pues la primera reacción no lo llevaría a ninguna parte.

 No se había sentido tan mal últimamente, notó: no había tenido ataques en donde sintiera el corazón salírsele por su garganta ni donde la espalda se le mojara al punto de parecer recién duchado. Sus manos ya no temblaban, y conciliar el sueño ya no era un desafío.

 Tampoco la escuchaba, a la voz. La voz que le hablaba con más frecuencia e insistencia desde que su despertar llegó.

 Observando a Hongjoong en tranquilidad, Mingi recordaba todo lo que aquella voz sin rostro le decía. [[[No lo mereces]]] y [[[eres un inepto]]] y [[[ojalá estuvieras muerto]]] eran las ideas que más se repetían en su mente. Y a pesar de que sí se las hubiera dicho a sí mismo, la verdad era que no lo había vuelto a hacer desde hacía unos meses.

 Tal vez era su guardián, la voz. Tal vez eso era lo que Hongjoong tenía que advertirle: que llegaría a escuchar cosas que en realidad no querría escuchar. Aun así, Mingi no estaba seguro de nada.

 Peinó aquellos cerúleos cabellos de la frente de su novio cuando prefirió dejar el tema de lado, y sonrió cuando Hongjoong también lo hizo. Estaba despierto, jugando al dormido como Mingi lo hacía de vez en cuando.

 —¿Qué tanto ves? —dijo el mayor en voz quedita y algo ronca. Sus ojos siguieron cerrados por lo que Mingi aprovechó para acariciar sus párpados, para apreciar sus pestañas como le gustaba hacerlo.

 —¿No puedo verte? —preguntó el cenizo con grave y áspera dulzura.

 Hongjoong expuso las galaxias que contenía en la mirada finalmente y sonrió todavía más fuerte al percibir la expresión de contento plasmada en la cara de su novio.

 No respondió, sabiendo muy bien que lo que sea que fuera a decir no sería respuesta lo suficientemente ingeniosa para tal interrogante, por lo que prefirió abalanzarse encima del cenizo hasta que sus piernas rodearon las caderas del otro y sus manos reposaron en un pecho desnudo.

 —Apréciame con más detalle —dijo después a la par que pegaba su frente con la de su novio.

 Mingi rio. Sostenía con sus manos la cintura de Hongjoong, como si con eso sostuviera el mundo entero. Hongjoong a veces parecía serlo: el mundo.

 Entonces sus labios acortaron la poca distancia que los separaba de los otros y lo besó. Lo besó como estaba acostumbrado a hacerlo. Aunque la acción en sí fuera rutinaria, la sensación que le daba el tacto de esos labios nunca sería común: siempre encenderían fuegos artificiales y llamas y sirenas en cada momento que se tocaran.

 —Oye —Hongjoong se separó de los labios de su novio y acarició sus cabellos, dejando al descubierto una frente en la que depositó un mimo—. ¿Tenemos planes para hoy?

 Mingi realizó un puchero para pensar, su entrecejo frunciéndose para dar más dramatismo. Tamborileó sus dedos lentamente contra la cintura de Hongjoong, descubierta solamente en ese tramo de piel, y sintió lo caliente de ese cuerpo tan delicado pero al mismo tiempo tan fuerte.

The Thoughts I Thought I Had Were You All This Time -minjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora