CAPITULO IV

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Hacía ya tres meses desde el encuentro con la princesa Liemi. Las hermanas dragón habían partido junto al amanecer con algunas provisiones, armas, algo oro y el mapa. Montaron a Bagual de camino a las tierras del extremo norte del reino. Desde entonces, se encontraban caminando entre raíces retorcidas y árboles altos. Las rocas formaban caminos estrechos y seseantes, difíciles de seguir a paso veloz. Los senderos se curvaban. Era complicado ir en la misma dirección la totalidad del tiempo. Debían girar al este y al oeste. Incluso debían volver sobre sus pisadas hacia el sur para encontrar pasos seguros entre las arboledas. Otella había intentado volar para guiar el paso de su hermana, pero allí arriba las ramas se amontonaban tanto que creaban un domo quebradizo. Separaban al cielo de la tierra e imposibilitaban la visión. De este modo continuaron a pie, lento pero constante.

De cuando en cuando se encontraban con pequeños asentamientos de elfos. Al principio habían decidido rodearlos e ignorarlos. Pero cuando los suministros comenzaron a escasear, aprovechaban las monedas para comprarles pan, carne salada y huevos. Habían descubierto que, mientras cubrieran sus rostros y piel escamosa, los habitantes no les temían más que a cualquier desconocido. El rasgo que resultaba más aterrador para el resto de criaturas mágicas era el de sus ojos: rojos como la sangre los de Otella y amarillos como el oro los de Neleha. En el centro del iris tenían una pupila negra y alargada, como si se las hubieran rasgado al nacer. Para cubrirse los cuerpos usaban unos ponchos con capucha de lana fina. Así se protegían del frío de la noche y ocultaban sus identidades. Lamentablemente, los asentamientos escaseaban mientras más de acercaban al extremo norte y hacía varias jornadas que no encontraban ninguno.

Bagual se separaba del grupo y se adelantaba. Intentaba alertar de peligros inminentes y de caminos imposibles de transitar sobre la base de relinchos y corcoveos. Neleha había propuesto voltear algunos árboles para aligerar el paso a medida que avanzaran. Sin embargo, Otella le advirtió sobre la idea de mantener su misión en secreto. Dejar una estela de destrucción detrás de ellas no era precisamente la mejor forma.

El cielo parecía una maraña de nubes tormentosas al momento de partir y el clima no había hecho más que empeorar. La lluvia caía fina y fría sobre la tierra dejando un lodazal resbaloso. La humedad se pegaba a los cuerpos como una película fina y pegajosa. Al oscurecer, encontraron un gran tronco caído que se sostenía sobre una roca por uno de sus extremos. Formaba un techo en el que refugiarse. Neleha sacó de su bolsa de cuero unos trozos de carne salada. Los calentó dentro de sus manos con un poco de fuego azulado. Le pasó la mitad a su hermana que lo recibió de buena gana y comenzó a comerlo. Mientras tanto, Bagual sobrevolaba la cabeza de las hermanas con el cuerpo a medio disolver. Él no requería de alimento más que las cenizas que quedaban detrás del fuego de dragón.

─Espero que lleguemos pronto a alguna parte ─se quejó Neleha mientras masticaba su comida ─o se me llenarán los pies de algas de tanto andar por los charcos ─esa era la primera vez que las hermanas se alejaban tanto de su claro en el bosque. Se sentían nerviosas con cada paso que daban.

─Deberíamos encontrar unas cuantas aldeas más antes de acercarnos a nuestro destino. Estos dibujos en el mapa indican que es territorio de faunos, hadas y hombres lobo. Además de otras criaturas solitarias. Aunque es extraño que todavía no hayamos visto nada ─dijo Otella mientras extendía el mapa sobre sus muslos y marcaba con el dedo pequeños dibujos sobre el terreno boscoso.

─ ¿Crees que hayan desaparecido o... muerto? Después de todo, la enfermedad se ha apoderado del reino por completo.

─Es probable, la princesa dijo que temía lo peor ─esas últimas palabras envolvieron a Otella con una estela sombría. Se envolvió con ambos brazos y escondió la cabeza entre las rodillas. Hablar sobre la enfermedad la incomodaba terriblemente.

Emiria y La Peste del DragónWhere stories live. Discover now