Crisantemo llevó a Neleha y a Otella hasta un paraje junto al arroyo. Ellas viajaron a lomos de Bagual mientras que él las precedía a pie. Allí encontraron los restos palpitantes de una fogata, aquella que Otella había advertido desde el cielo gracias a la estela de humo que desprendía. Alrededor observaron una serie de troncos gruesos acomodados horizontalmente para usar como asientos. Entre algunos árboles altos y de estrecha cercanía se alzaba una tienda de pieles sujeta a las ramas y al suelo con sogas y estacas de madera. En el piso había un montón de hojas secas a modo de colchón. Se trataba de un escondrijo improvisado en el que podía caber una criatura de gran tamaño con comodidad.
Las hermanas desmontaron y procedieron a abrevarse. Tomaban agua con sus manos y se la llevaban con cuidado a la boca. Luego se lavaron la cara y el cuello para quitarse la mezcla pesada entre polvo y sudor. Al terminar, descubrieron que el minotauro había colocado ramillas en el fuego para avivarlo. De a poco, las llamas comenzaron a elevarse. Sobre la fogata había una especie de trípode de metal del que colgaba una olla. Crisantemo la llenó de agua que pronto comenzó a hervir. Dentro metió trozos de papas, zanahorias, cebollas, un par de hojas de laurel, sal y carne para hacer un estofado que pudieran comer los tres. No pasó mucho tiempo y el aire se empezó a impregnar de un delicioso aroma a comida. Neleha notó cómo se le retorcían las tripas y se le hacía agua la boca. Miró a Otella y descubrió que ya se había sentado en uno de los troncos. Entonces la imitó.
Crisantemo se sentó en frente de ellas. El vapor que emergía de la olla hacía que su figura pareciera más lejana e inconsistente. El rostro pétreo se veía meditabundo mientras terminaba de arrojar los ingredientes y a Neleha se le ocurrió pensar que aquella silueta la había perseguido en sueños alguna vez, o quizá fueran recuerdos de una vida pasada. El silencio se extendió por largos momentos y solo se interrumpió una vez que terminaron de comer.
─Yo solía cocinarle este estofado a su madre mientras viajábamos por el reino ─comentó Crisantemo antes de sorber los restos de su caldo del plato como si se tratara de un vaso. Luego agregó: ─fueron los moradores de los espejos los que sugirieron a Mirina que realizara el viaje. Le dijeron que sería un gesto de humildad para con sus súbditos. Aquello le aseguraría fidelidad y fortalecería su mandato. Antes las rebeliones contra los elfos eran muy comunes, pero desde la coronación de Mirina habían cesado dado a su forma de relacionarse con las diferentes criaturas. Claro que a los elfos no les agradaba la idea de que su especie se degradara con esas reuniones. Así que su madre tuvo que enfrentarse a los reproches y amenazas de los Altos Elfos muchas veces.
─ ¿Los moradores de los espejos? ─preguntó Otella al comprender que habían sido ellos quienes sugirieron a Liemi que les encomendara aquella misión.
─Sí. Son seres muy extraños pero durante siglo y medio han aconsejado a los elfos respecto a problemáticas propias del reinado. Incluso fueron ellos quienes también pidieron a la reina que realizara aquel ritual de fertilidad con los faunos en las aguas termales de estas montañas. Ahora no se pueden utilizar ya que parecen contaminadas y tan calientes que se te caería la carne de los huesos. Tienen tanto olor a azufre que te mareas. Yo le dije que no necesitaba ningún ritual pero ella pensó que sería una oportunidad para honrar las tradiciones de los faunos y avivaría aún más la simpatía de otras especies hacia ella.
A Neleha se le hizo un horrible nudo en el estómago de pensar qué tan implicados estaban esos seres en los sucesos de su vida y en los de su hermana. Se imaginó una maraña de hilos tirando de sus miembros, que se entretejían y terminaban por formar horribles telas de araña milenarias que envolvían al reino. No somos más que un montón de marionetas pensó. Pero no pudo decirlo en voz alta ya que no tenía ninguna prueba, bien podía tratarse de una misteriosa coincidencia.
Crisantemo les ofreció un gran odre lleno de cerveza luego de beber los primeros tragos.
─Está caliente y parece orina de gato pero es lo único que tengo ─dijo mientras se entregaba a las hermanas.
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Emiria y La Peste del Dragón
خيال (فانتازيا)El reino de Emiria padece de una peste que elimina el carácter mágico de los seres que habitan allí irreversiblemente. La princesa Liemi buscará ayuda para descubrir el modo de poner fin a este mal. Las hermanas semi dragonas, Neleha y Otella, inici...