Cuando el anciano pronunció aquellas palabras, las miradas se voltearon en torno a Neleha y a Otella. Eran como un mar oscuro, aterradoramente calmo. Aquellas eran las mismas palabras que condenaron a su madre a la muerte y a ellas al exilio.
Los rostros de los faunos empalidecieron por un instante. Sin embargo, nada sucedió después. Las miradas se apaciguaron y los faunos volvieron a sentarse sobre sus almohadones coloridos. Mientras, el viejo fauno y su acompañante tullido se movían hacia el interior de la choza.
Una muchacha con la cara redonda se les acercó para verlas más detenidamente. Se demoró un instante ante los ojos llameantes de las hermanas: amarillos los de Neleha y rojizos los de Otella, con pupilas que rajaban el iris casi por la mitad. Entonces se estremeció. El pelo de los muslos se erizó y luego volvió a relajarse. En su mirada había un atisbo de emoción incomprensible
─ ¿Son las hijas de la reina Mirina, Tata? ─preguntó la chiquilla mientras volvía a mirar al anciano.
Las hermanas dragón se miraron confundidas. No era la reacción que esperaban de aquellas criaturas. Los faunos casi parecían emocionados e intrigados con la noticia. El viejo Tata avanzó a paso lento junto a su ayudante hasta que quedó frente a Otella y Neleha. Con la mano huesuda les tocó la mejilla a la una y a la otra. Entonces no cupieron dudas:
─Así es, estamos ante la presencia de las legítimas princesas de Emiria.
Otella casi se atragantó al oír aquellas palabras. Neleha abrió los ojos tan grandes que parecían querer escaparse de sus órbitas. Los faunos se levantaron en un aullido de júbilo y la música volvió a colmar la estancia. Bagual se unió a ellos relinchando y saltando entre los niños que lo rodeaban.
El fauno tullido también se acercó a las hermanas y las contempló con aquel ceño fruncido lleno de recelo ─De no ser por los ojos, bien podrían ser elfos comunes y corrientes.
─No creo que ningún elfo se piense a sí mismo como un ser común o corriente ─dijo Neleha casi sin pensar. Aquello arrancó de la boca del muchacho una sonora carcajada.
─Es cierto ─aseguró el fauno ─Me llamo Bioy ─dijo y les tomó la mano a cada una para estrechárselas animosamente. Cuando fue el turno de Otella, Bioy agregó: ─Disculpa si fui brusco antes, los faunos nos orgullecemos de no provocar la muerte de otras criaturas. No culpamos a los hombres lobo por atacarnos, es parte de su naturaleza. Incluso nosotros debemos comer de vez en cuando.
─Otella ─dijo ella colocando la mano sobre su pecho. Luego señaló a su hermana ─ella es Neleha.
Los festejos continuaron toda la noche. Las hermanas dragón sabían bien que los faunos eran una especie alegre y pacífica. Solían celebrar durante días enteros, incluso semanas. En aquel momento casi parecía que estaban celebrando una resurrección.
Al amanecer, cuando el sol comenzó a elevarse lentamente y, en cambio, la fogata se apagó en un suspiro sutil, todas las criaturas se reunieron en una ronda. Se tomaron de las manos con un cántico lento y armonioso. También invitaron a las hermanas dragón a unírseles. Tomaron las manos de Bioy y del pequeño fauno que las había guiado hasta la aldea. Entonces, el viejo Tata elevó una oración en una lengua extraña que los demás repitieron a coro y agregó:
─Es importante darnos tiempo para celebrar la vida, la vida que llega resucitada a nuestras puertas ─lanzó una mirada alegre a Otella y a Neleha ─, pero ha llegado la hora de honrar también a la muerte.
El semblante de los aldeanos se cubrió con un velo de tristeza. Cerraron los ojos o bajaban la mirada al suelo, algunos incluso dejaron correr unas lágrimas amargas. Luego de unos momentos, empezaron a murmurar palabras que se repetían y a las que se les unían otras a modo de canon. Las hermanas comprendieron que se trataba de los nombres de aquellos que habían perdido esa noche.
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Emiria y La Peste del Dragón
FantasyEl reino de Emiria padece de una peste que elimina el carácter mágico de los seres que habitan allí irreversiblemente. La princesa Liemi buscará ayuda para descubrir el modo de poner fin a este mal. Las hermanas semi dragonas, Neleha y Otella, inici...