Capítulo 3 Pucca

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Desde la mañana al sonido de los golpes no había parado de escucharse, todos aquellos que se encontraban en el lugar la miraban.
Se encontraban en el dojo del clan, la mayoría de los jóvenes de su edad se reunían ahí y todos podían verla.

A uno de los costados del lugar se encontraba el líder del clan, Ichiro Tanabe y a su lado se encontraba su suegra, Maiko. Ambos miraban con atención cada uno de los movimientos y golpes que hacia la chica.

Ichiro: concéntrate, [regaño] golpea más fuerte.

El sonido había incrementado.

Ichiro: aplica más fuerza. [regaño]

Al adversario pareció haberle hecho efecto la fuerza propinada por la joven.

Ichiro: termínalo. [ordeno] ¡Hazlo!

La chica frente a él, al escuchar su orden lanzo un golpe al estomago del hombre frente a ella, al momento que se encorvo, le golpeo en la cara con su rodilla, rompiéndole la nariz y ocasionando que se arrodillara, para el final dar una vuelta levantando su pierna y que fuera su talón lo que golpeo en la barbilla del hombre dejándolo inconsciente.

Tras ver el final, Ichiro únicamente se detuvo a mirar de forma neutra el avance de su hija.

Maiko: creo que es hora de irnos.

No le gustaba como era que miraban a su nieta, ya estaba al tanto de la situación, pero si podía evitarle las molestias a su nieta, lo iba hacer.

A pesar de que Ichiro hubiera querido quedarse para seguir entrenando a su hija, lo hubiera hecho, pero tenia cosas que tratar.

Ichiro: es todo, vámonos. [sale del lugar]

Detrás de él, le siguió Maiko. La joven solo se detuvo a mirar como es que el hombre era atendido por Chang, su maestro y amigo de su padre.
Sin más salió del lugar, para dirigirse a si hogar.

Una vez salió de ahí, y como ya lo esperaba, junto a ella comenzaron acercarse todos los chicos que hace un momento la miraron entrenar.

Daichi: bien hecho amazonas, volviste a romperle la nariz a otro. [dijo burlón]

Pucca: ¿Quieres que te la rompa? [dijo tratando de sonar amenazante]

Masaru: no creo que tu papi quiera. [dijo del mismo modo]

Hiro: no creo que sea bueno molestarla, la amazonas puede volver armar su escandalo en la aldea.

Ching: ¡Ya déjenla en paz! [grito con tal de defender a su amiga]

Masaru: ¡Ah! Ya llego su novia, mejor vámonos.

La chica solo miraba como era que aquel trio se iba por otro lado mientras seguían burlándose de su amiga.

Ching: tranquila, solo quieren molestar. [trataba de consolarla] ¿Por qué no te defendiste?

Pucca: ¿Para que siguieran molestando? Preferí dejarlo así.

Ching: solo les molesta que una chica sepa defenderse...

Pucca: tú sabes defenderte y no te dicen nada. [dijo señalando su katana de la chica]

Ching: no era a lo que me refería. [dijo apenada]

Pucca: [suspiro] hasta mañana Ching.

Ching: adiós Pucca.

Ahí fue cuando el par de amigas se separó.

Cada día desde que tiene memoria era lo mismo, su padre la sometía a entrenamientos para que pudiera defenderse no hacia nada más, en muy pocas ocasiones podía salir con su amiga, pero en la mayoría de las veces, los mismos chicos eran quienes la molestaban.

Entre la aldea, relucía la misma belleza de su madre, su color de piel, cabello y figura, los ojos claros de su padre eran lo que la hacia relucir entre las chicas de su edad, era considerada de las más bellas de la aldea, pero todo eso era opacado por la tan agresiva forma de defenderse, la mayoría de los chicos le conocían por la amazonas, por no decir marimacha; sin duda había otras chicas que podían defenderse correctamente, pero había algo en ella que le hacia verse menos femenina.

Una vez que llego a su casa, no pudo evitar pasar frente al retrato de su madre, sin darse cuenta se detuvo a mirarla, en ningún momento le guardo rencor por haberla dejado, pero detestaba la posición en la que la guardaba su padre, odiaba tanto la idea de tener que entrenar hasta el cansancio solo para defenderse, solo porque ella no pudo hacerlo. 

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