Capítulo Once: El dolor sigue siendo dolor

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Charlotte.

Septiembre 29, 2017.

Oakland, California.




¿Cómo llegué a esto?

Kayden y Amber siempre me repitieron que algún día me metería en problemas por intentar ayudar a un niño y yo siempre les respondía que asumiría las consecuencias de ello.

Pues ahora estoy en grandes problemas.

Me metí en un problema grande. No puedo regresar a casa y mis padres tampoco, no hasta que el oficial Wiseman solucione todo. El padre de los niños sigue sin despertar, si soy bastante sincera eso me deja tranquila.

Es un hombre peligroso.

No, es una bestia escondida en el cuerpo de un hombre peligroso.

Pero ya está. Ya lo hice. Salve a esos niños y no me siento ni un poco culpable o mal por ello, aun cuando eso significa que estoy en mayor peligro, casi tanto como lo están ellos.

¡Los niños!

Abro los ojos de golpe, levantándome de golpe también.

Estoy un poco desorientada y aun así logro ponerme de pie, salir de la cama y caminar hasta donde sea que se encuentren.

¿Dónde estoy?

Todo está oscuro. Está no es la habitación del hotel. Es una habitación grande, huele muy bien, no huelo los medicamentos ni la sangre seca. Pego un grito cuando siento algo salir de mis venas. Siento un líquido espeso en el área donde el dolor se concentró.

¿Es... es sangre?

La puerta se abre de pronto. La luz que entra me ciega por un momento provocando que retroceda algunos pasos, cayendo de nuevo sobre la cama.

En mi intento por ponerme de pie a toda velocidad, me mareo. Pero antes de caer de nuevo, unos brazos fuertes me sostienen de la cintura, pegándome a su cuerpo.

¡Dios! Mi cabeza duele. El cuerpo entero me duele, pero sintiendo todo eso soy capaz de reconocer el aroma. Mi cuerpo es capaz de reconocer aquel cuerpo, el mismo pecho, los mismos brazos en los que nos perdimos en infinidades de ocasiones.

Es Kayden.

La luz vuelve, cierro los ojos por un momento, solo un momento. Cuando los abro, él se encuentra aquí, sosteniéndome mientras sus ojos llenos de preocupación evalúan mi rostro.

—¿Kayden? — una de sus manos aleja los mechones de mi cabello que obstruyen mi vista. Cierro los ojos ante su caricia.

¿Esto es un sueño?

No hay otra forma en que explique la presencia de Kayden aquí. Esta es una imaginación bastante real. Incluso puedo sentir los latidos de su corazón, incluso puedo...

"Charlotte"

"¡Oh, Kayden!"

Por segunda ocasión, abro los ojos de golpe.

No es ningún sueño ni imaginación. Este es Kayden, es real y me está sosteniendo.

—¿Cómo...? ¿Dónde...? — observo a mi alrededor.

¿No estamos en el hotel?

No, esta no es la habitación del hotel. Lo dejamos hace ya varios días cuando decidí que Oakland era nuestro lugar más seguro. Recuerdo que llegamos a casa de Kaleb, recuerdo haber metido a los niños a la cama.

Fuera del Juego (#2 Golden State)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora