Cap. 1: Lincoln Loud.

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Michigan, el estado de los Grandes Lagos en los Estados Unidos, donde se encuentra la mayor producción de automóviles  y camiones en el país, donde el ciervo de cola blanca adorna tanto su bandera como su glorioso escudo. Mucho se ha escuchado sobre este lugar, Lansing hace eco destacando por ser su capital y Detroit es una ciudad cuyo nombre ha llegado a oídos de personas de todo el mundo; sin embargo esta vez, quien destaca es una pequeña ciudad ubicada en uno de sus ochenta y cuatro condados, la ciudad de Royal Woods.

Pese a ser una ciudad poco conocida, es bastante grande y está muy habitada, cuenta con tres escuelas, cada una de un nivel de educación diferente; tiene un gran súper mercado que cuenta con gran variedad de productos comestibles, tiene su propio centro comercial que agrupa establecimientos variopintos; incluso como en cualquier lugar cuenta con la presencia de la multinacional Hamburguesas Eructo, una agradable y siempre concurrida cafetería; y por supuesto, no puede faltar Flip´s: Comida y Combustible, una estación de gas con un mini mercado donde se venden los famosos Flip´s. Ciertamente, hasta ahora no parece haber nada realmente destacable en aquella peculiar ciudad, uno pensaría que se trata tan solo de una ciudad más de las tantas que hay en el país; sin embargo Royal Woods tiene algo que no existe en ningún otro lugar, ubicado en el 1216 de la Avenida Franklin se encuentra una casa poco peculiar, un lugar que definitivamente desentona con el resto de la ciudad.

Se trata, nada más ni nada menos, que la casa de la familia Loud, considerada por muchos la familia más ruidosa y problemática de toda la ciudad. Una casa blanca con techos negros con una chimenea sobresaliendo de este, en el exterior un porche divide la puerta de entrada con el jardín delantero, con dos pisos cuenta con un ático sobre el segundo piso y un sótano, a su lado un garaje donde se guarda la van familiar, llamada Vanzilla cariñosamente por los miembros de la familia; en el jardín delantero crece un gran árbol, a sus pies reposa un césped verde con cientos de juguetes y objetos de todo tipo, sin duda la organización y el orden no son signos destacados en aquella familia con una reputación tan llamativa.

El verano hacía de las suyas, un hermoso día de domingo comenzaba mientras las primeras luces del alba se escurrían entre los pequeños cristales del garaje, acariciando con su cálido tacto las mejillas de un joven que se encontraba dormido sobre lo que parecía ser un gran parlante. Sus ropas estaban algo desgastadas y manchadas con grasa, pero se podían notar ligeros tonos azules en su camisa y unos vaqueros rasgados mayormente en su pierna izquierda, en sus manos el joven llevaba consigo un destornillador, algo peligroso llevar una herramienta así mientras estás durmiendo, su primer reflejo inconsciente al abrir sus ojos fue aflojar el fuerte agarre de su mano dejando caer el objeto, provocando el característico sonido metálico del contacto del hierro con el concreto del suelo. Su piel era extremadamente pálida y parecía carecer de vida, unas bolsas oscuras resaltaban bajo sus agotados ojos que pesadamente comenzaba abrir, al parecer la noche de sueño no había sido la adecuada, pero no se podía esperar menos del hecho de dormir sobre un acompañante musical, el cual parecía que había estado toda la noche intentando reparar; la mirada del joven de unos dieciséis años se veía carente de vida, sus ojos no tenían ningún tipo de brillo o resplandor, su semblante era deprimente como si sus labios no hubieran esbozado una sonrisa en mucho tiempo, su rostro mostraba algunas manchas peculiares, algunas parecían ser grasa o suciedad, pero otras pocas visibles mostraban una peculiar coloración morada; sin embargo, lo que sin duda destacaba en aquel chico, era su brillante y largo cabello blanco natural.

El joven estiró un poco su cuerpo de estatura promedio, durante el proceso se escuchó el desagradable crujido de algunos huesos, sin duda el agotamiento y la mala posición a la hora de dormir le estaban pasando factura, sin embargo no se mostraba afectado por ello, de hecho su rostro permanecía impasible y deprimente justo como cuando abrió sus ojos. Observó el parlante donde había estado durmiendo, tras echarle una rápida ojeada determinó que no tenía ningún desperfecto que pudiera reconocer, eso significa que su trabajo de toda una noche tal vez hubiera valido la pena. Salió del garaje recibiendo en su totalidad los rayos del sol en su rostro, la luz repentina le incomodó un poco su vista, la cual cubrió levemente con sus manos hasta que poco a poco se fue acostumbrando al resplandor.

Oscuro CompromisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora