Cap. 10: Amargo.

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El parque de Royal Woods siempre fue un sitio lleno de vida, las familias paseaban respirando el aire fresco de la naturaleza, quienes aprovechaban incluso el ambiente para tener días de campo al aire libre. Las parejas de enamorados visitaban frecuentemente el lugar por la tranquilidad y belleza que ofrecía, los jóvenes amigos se reunían en grupos frecuentemente para planificar sus días de diversión en el sitio, los niños más pequeños jugaban corriendo y saltando, desprendiendo energías típicas de aquella edad. De vez en cuando encontrabas a personas leyendo tranquilamente un buen libro bajo la radiante luz del sol, o bien a la sombra de uno de los tantos árboles; de igual manera era un sitio muy popular para ejercitarse al aire libre por tu cuenta, sin necesidad de pagar altas facturas en un gimnasio.

Todo era un mar de alegría donde quiera que se mirara, ¿todo? Por supuesto que no, en un lugar de tan apacible sitio, se encontraba un pequeño niño de unos siete años de edad que vestía con una camisa de color naranja y un pantalón azul junto con unos tenis de color blanco, un aspecto que combinaba con el color rubio pálido de su cabello. El pequeño se veía frustrado, parecía estar discutiendo con un adulto, un hombre por mucho más alto que él y que vestía una típica camisa blanca sin ningún diseño atrayente y unos pantalones azules, pero eso sí, su corbata era rosada con lunares amarillos de un tono muy chillón y pintoresco que desentonaba por completo con su aspecto.

-“Pero papá, por favor. Yo también quiero jugar.”

-“Ya te he dicho que no Lincoln. Tu madre y yo necesitamos que nos ayudes a cuidar a las bebés.”

-“Pero eso pueden hacerlo ustedes. Yo quiero ir con el resto de mis hermanas a pasarlo bien. Quería que Lynn me enseñara a atrapar la pelota.”

-“Será en otro momento campeón. Lo prometemos. Además, es tu deber como hermano mayor cuidar al resto de tus hermanas.”

-“¿Pero por qué no lo hace Lori? Es la mayor de entre todos nosotros.”

-“Lori es una adolescente, necesita un poco más de libertad. Cuando crezcas lo comprenderás.”

A regañadientes el joven de rubios cabellos aceptó la responsabilidad de cuidar a sus dos hermanas menores mientras el resto jugaban libremente. El padre le entrega a su hijo a dos pequeñas y tiernas bebés, al principio se le hizo un poco difícil cargar a una en cada mano, pero le cogió rápido el truco, no quería que sus hermanas se lastimaran. Los dos bebés eran exactamente idénticos, un pequeño mechón rubio brotaba de sus pequeñas cabezas; dos chicas que habían nacido al mismo tiempo, con apenas un par de segundos de diferencia, las dos gemelas de la familia que habían sido nombradas Lana y Lola. A pesar de ser iguales a simple vista, Lincoln no tenía problemas con identificarlas, principalmente porque a Lana le gustaba hurgar con su dedo dentro de su nariz, lo que hacía que su gemela Lola hiciera muecas de disgusto; era gracioso, pero se suponía que era peligroso que una pequeña a esa edad haga esas cosas por lo que el hermano mayor responsable siempre cuidaba que Lana evitara poner sus dedos dentro de su nariz.

Sinceramente era divertido pasar tiempo con sus dos hermanitas, no era que le desagradara, pero se ponía un poco triste porque él también quería jugar como hacían el resto de sus hermanas. Pero más triste le ponía que sus padres pasaran tanto tiempo con ellas, mientras que a él le dejaban muchas de las responsabilidades últimamente; de hecho en ese preciso momento, mientras estaba sentado en el césped bajo la sombra de un árbol con sus dos hermanas en brazos, podía ver a los lejos como sus padres dedicaban todo su tiempo hacia el resto de sus hermanas, jugaban con ellas y les complacían sus caprichos, incluso les compraron un helado a cada una de un vendedor que pasaba por el lugar en ese momento; una lástima, él también quería helado.

En su hogar, el joven de cabellos rubios acomodaba a las gemelas en sus cunas, estas estaban algo cansadas, pues su hermano mayor había jugado mucho con ellas. Ver a sus dos pequeñas le hacían pensar a Lincoln que al menos aunque él no se haya divertido tanto como hubiese querido, al final todo valía la pena por ver felices al resto de su familia, aunque repentinamente su hermana Lola le mordió su dedo pulgar con mucha fuerza; esto le dolió mucho al chico quien apartó rápidamente su mano mientras se contenía de no lanzar un poderoso grito que despertara a Lana en la cuna contigua. La pequeña Lola reía un poco tras su travesura, tras lo cual quedó inmediatamente dormida, en ese momento Lincoln tuvo un presentimiento, ya había tenido encuentros y situaciones similares antes con su hermanita, pero ahora parecía estar más seguro, suponía que Lola sería la gemela malvada en algún futuro. Curiosamente, su idea no estaría tan lejos de lo que sería la realidad años más tarde.

Oscuro CompromisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora