Cap. 20: La Rosa Blanca.

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El cuerpo aún dolía un poco, no hacía mucho había recibido la paliza más grande de su vida, y lo peor de todo es que había sido propiciada por dos niños, la humillación había sido enorme sin lugar a dudas. A duras penas podía caminar sin recordar el entumecimiento de su cuerpo durante los días previos, a pesar de que sus moretones ya habían sanado un dolor fantasma recorría sus músculos, atravesando sus huesos y carcomiendo su mente torturada. El joven de cabello marrón se dirigía a una dirección en concreto, cada paso que daba le hacía sentir inseguro, pero sabía que no tenía escapatoria; al fondo podía verse la ruinosa estructura abandonada que era su destino, ya era demasiado tarde para huir.

-“Maldición, no puedo creer que esté haciendo esto.”

La mañana había comenzado con un típico rostro amargado para aquel chico de cabello rubio pintado. Levantarse del sofá que cumplía las funciones de cama era una tortura, su hombro derecho mostraba signos de una herida que se encontraba en recuperación, mover esa mano en particular era un poco complicado, más aun teniendo en cuenta que aquella era su más dominante y la usaba para muchas cosas. Afortunadamente el dolor ya era bastante tolerable, nada comparado con la tortura de los días anteriores, había sido una semana bastante dura, pero aún no acababa. El día había llegado, y de hecho, tal y como le habían dicho, ya se encontraba en las condiciones mínimas para salir, recordando lo que había pasado y presenciado en aquel sitio, no quería arriesgarse a encontrarse con aquel niño de cabellos blancos por accidente tras faltar a la amenaza que había recibido, era aterrador pensar simplemente en él, lo cual era difícil pues en más de un sueño se apareció convirtiéndolo en una pesadilla. Tras alistarse, cubriendo su hombro con ropa nueva para que su herida pasara desapercibida, el joven caminaba hacia una dirección en concreto, tardó un poco, pero finalmente alcanzó a ver su objetivo: Un viejo almacén abandonado y al que nadie solía ir, por lo menos no en situaciones convencionales.

-“Esto es lo más loco que he hecho en mi vida.”

Una melena rubia caminaba por las calles más solitarias de Royal Woods, el cabello un poco descuidado y sucio se ocultaba en su mayoría bajo una gorra roja. La dama se veía cansada, posiblemente no había podido dormir bien, o por lo menos no durante algunos días, su rostro sin ningún tipo de maquillaje mostraba lo maltratado que estaba; especialmente sus ojos que a pesar de mostrar una débil decisión en su mirada, se veían algo enrojecidos y agotados. Recordaba la oferta que le habían hecho la otra noche, no sonaba tan mal y de hecho justo ahora se encontraba lo suficientemente desesperada como para hacer lo que un niño extraño que no conoce le había dicho. Al fondo finalmente podía ver su destino, un almacén abandonado, había escuchado historias sobre que el lugar estaba encantado, sin embargo nunca creyó en ellas, lo sobrenatural era después de todo patrañas que no tenían cabida en su vida miserable. Revisando sus bolsillos, comprobó que estaban totalmente vacíos, un pesado suspiro dejó escapar entre sus labios.

-“Es todo o nada.”

Tres figuras entraban en aquel sitio, sus miradas se cruzaron con desconfianza, después de todo no se conocían entre ellos. Llevaban el mismo rumbo cuando sus caminos se unieron en uno solo, era incómodo, ninguno decía una sola palabra. ¿Quiénes son estos que caminan en mi misma dirección? Era lo que pasaba por las mentes de todos ellos. Finalmente se adentraron en el edificio, vigilando constantemente las sombras que habían a su alrededor, el lugar parecía vacío, pero justo cuando pensaban que todo había sido una cruel broma del destino, una voz que supieron reconocer llamó su atención.

-“Entonces realmente vinieron… Bienvenidos.”

De entre las sombras se asomó una cabellera blanca, un chico mucho más pequeño que ellos tres, un niño con un rostro muerto y carente de vida, ojos sin alma que te atraviesan con su fulminante mirada. Un potente escalofrío recorrió las espaldas de los dos chicos, ellos sabían de lo que era capaz aquel lobo con piel de oveja, no lo juzgarían simplemente por su apariencia; al mismo tiempo la chica sentía un aura peligrosa proveniente de él, era extraño y se preguntaba cómo aquel niño la podría ayudar con sus problemas. El joven de cabello marrón se armó de un valor momentáneo y procedió a dar un paso hacia adelante, hablando hacia el chico que lo había obligado a ir hasta ese sitio.

Oscuro CompromisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora