Cap. 39: Oscuro Compromiso.

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La luz de un nuevo día asomaba por el horizonte de Royal Woods, aquella ciudad del condado de Michigan despertaba lentamente, sus habitantes seguían sus rutinas como cada mañana; algunos se preparaban para comenzar su día de trabajo, otros aprovecharían que era sábado para relajarse después de una pesada semana laboral; los más jóvenes celebraban la llegada del fin de semana después de una pesada y aburrida jornada de estudios que había concluido el día anterior hasta el próximo lunes.

En uno de los tantos hogares familiares de la ciudad, el sonido del despertador sonaba intermitentemente en el interior de una habitación totalmente oscura, aquella oscuridad parecía ser provocada por las negras cortinas que cubrían las ventanas evitando así la filtración temprana de molestos rayos solares. Un quejido se escucharía en aquel lugar, proveniente del interior de un gran bulto que parecía acurrucado bajo las sábanas de la cama. Deslizando su mano con lentitud y pereza hacia el origen de tan molesto sonido, apagaría de una vez aquella alarma, tal vez era el momento de comprar una con un sonido no tan irritante a su oído. Por un momento pensó en quedarse a dormir un poco más, lamentablemente a pesar de que era sábado debía ir a trabajar, pues le había prometido a su compañera que cubriría su turno ese día para que ella pudiera asistir a una consulta con el médico, hacía un tiempo se había fracturado su brazo izquierdo y hoy debían retirarle en yeso que le habían colocado previamente.

Afortunadamente el trabajo el sábado solo era hasta el mediodía, además a ella le gustaba su empleo, por lo que sin mucho más que pensar, aquella joven abandonó la comodidad de sus sábanas, dirigiéndose hacia la ventana para abrir las cortinas. La luz le deslumbró un poco e irritó sus ojos por un momento, error suyo al haber ido tan deprisa. Sin embargo después de ese pequeño mal trago mañanero que suele ocurrir comúnmente para aquellos que madrugan tanto, la joven sonrió un poco sintiendo la calidez del sol en aquella pálida piel que quedaba expuesta de su pijama. Una dama de gran estatura, largos cabellos negros algo desaliñados, pero que su forma parecía mantener un flequillo que ocultaba su ojo derecho, naturalmente hermosa y con un rostro algo pasivo pero un poco sonriente ante la vida. Estiraría su cuerpo un poco y se dirigiría hacia el baño para prepararse, necesitaba peinar su cabello, limpiar su rostro y cepillar sus dientes; aquello apenas le llevó unos minutos, después de todo cuando te acostumbras a hacer algo sueles realizarlo más rápido y con eficiencia, bajó al primer piso y se dirigió hacia la cocina donde su madre ya estaba preparando el desayuno alegremente como cada mañana. Ambas se saludaron y la joven procedió a tomar su vaso de jugo y a comer su pan tostado para acto seguido subir nuevamente a su habitación y cambiar sus ropas.

Largo pantalón negro junto con un suéter morado, bolso en mano y  unos lentes de sobresaliendo en su cuello, zapatos de tacón planos que hacían juego con su pantalón; ahora sin ese pijama y estando más arreglada, la joven parecía destacar aún más su belleza. Abandonó la casa y se dirigió hacia su trabajo, los sábados por suerte no solía venir tanta gente por lo que tendría un día tranquilo, aprovechando ese tiempo para leer un poco o tal vez adelantar su trabajo en la novela que estaba escribiendo. Finalmente llegaría a su lugar de trabajo, la Biblioteca Pública de Royal Woods, de su bolso sacaría la copia de la llave para abrir el edificio y voltearía el cartel colgado en la puerta de entrada para indicar que el sitio ya había abierto. El olor a libros y paz inundó sus pulmones, esto la relajó un poco, fue hacia la recepción y allí dejó su bolso, abriría la caja de devoluciones y tomaría los libros en su interior para devolverlos a sus respectivos lugares usando como ayuda un carrito para transportarlos a todos; conocía bastante del lugar, no por nada ya la joven dama llevaba trabajando en ese sitio por más de siete años por lo que estaba bastante familiarizada con todo el lugar; así es, siete años como bibliotecaria, uno pensaría que podría ser aburrido, pero a ella siempre le gustaron los libros, las historias y sobre todo los poemas, recordaba cuando era más joven y se expresaba mediante la poesía llegando a participar incluso en concurso ganando algunos de ellos, sin embargo ahora que era adulta aspiraba a cosas más grandes, por ejemplo a publicar sus propios libros; de hecho, ya con tres libros publicados y trabajando actualmente en su cuarta obra, se podría decir que la dama de negros cabellos había cumplido sus propósitos, razones por la cual suele estar satisfecha y feliz; de hecho, aunque aún no era reconocida como una gran escritora comparable con los grandes titanes del medio, la joven se había hecho con una buena popularidad por la calidad de sus obras y tenía su propia pequeña comunidad de fanáticos, llegando a participar en unas cuantas firmas de libros en ciudades vecinas y por supuesto en su propia ciudad.

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