Oscuro Compromiso

Cap. 27: Adiós Royal Woods.

La Luna se encontraba en su punto más alto aquella noche, blanca como la leche más pura, brillante como el resplandor de una bella gema, redonda como la circunferencia más perfecta jamás hecha; bañando con su luz aquella hermosa y pacífica noche. Todos en la ciudad de Royal Woods dormían plácidamente, ignorando todo aquello que les resultara ajeno a sus vidas; lejos de la civilización, se escuchaba el sonido de unas pesadas cadenas resonando levemente entre sí, al parecer no todos en la ciudad dormían.

En el bosque cerca de la ciudad, lejos de las miradas indiscretas, unas luces iluminaban un pequeño claro, sobreponiéndose a la luz natural de la luna que se filtraba entre las copas de los árboles. Dos chicos se encontraban colgados del tronco de un árbol, las cadenas atadas a sus manos y pies los mantenían firmemente inmóviles, balanceándose únicamente con los leves movimientos de sus cuerpo que buscaban desesperadamente una manera de escapar. Sus brazos levantados sobre sus cabezas, poco a poco la sangre comenzaba a descender y sus brazos se entumecían, totalmente desnudos y expuestos a la naturaleza, haciéndoles sentir indefensos, sus bocas  estaban amordazadas con un pañuelo blanco cada uno mientras sus ojos observaban asustados a la oscuridad del bosque que les rodeaba.

Se trataba ni más ni menos que de dos de los líderes de la famosa banda de la Rosa Blanca, Lerryet y Alfonso. El sonido de las cadenas emitía una atrayente melodía para los oídos del secuestrador y causante de aquellos actos, un joven de blancos cabellos naturales, un defecto provocado debido al estrés de su propia vida que le había causado la decoloración perdiendo su rubia melena, sin embargo aquel blanco era tan perfecto y al mismo tiempo uniforme, tan resplandeciente que incluso uno podría pensar que había nacido con él. Se trataba ni más ni menos que de Lincoln Loud, quien parecía preparar cierta indumentaria que iba a necesitar pronto, sentado en el suelo de espaldas mientras organizaba aquellas herramientas, las cuales no se veían para nada prometedoras, por lo menos desde el punto de vista de sus dos víctimas.

-“¿Saben una cosa?”

La pregunta del chico detuvo los movimientos de los prisioneros, que parecían dos gusanos moviéndose, ambos observaron fijamente al chico, se veían algo preocupados. Lincoln se puso en pie y se volteó hacia ellos, su mirada parecía muerta, como si no poseyera nada dentro más que un profundo vacío, indiferente y mostrándose apático ante lo que parecía que estaba haciendo, y justamente esa frialdad heló los cuerpos desnudos de los dos chicos. El joven caminó lentamente hacia ellos, comenzó a dar vueltas a su alrededor mientras sus manos jugueteaban con sus propios dedos, al mismo tiempo que sus palabras hacia los chicos sonaban como una despedida fúnebre y lúgubre.

-“Hemos trabajado tanto juntos, hemos logrado tantas cosas…. Es una pena que las cosas hayan terminado de esta forma.”

La mirada del joven se clavó en los dos chicos, estos intentaron apartar sus ojos, no querían encarar aquel rostro que les resultaba tan aterrador. Temblaban asustados, temiendo de sus destinos, sin embargo el joven que los observaba continuó hablando de la manera más calmada existente.

-“Cometieron un grave error, posiblemente el más grande de sus vidas. Si hubieran terminado el trabajo rápidamente hubiera sido mejor para todos, pero aquí estamos… Pagando facturas… ¿Por qué harían una estupidez tan grande me pregunto?”

Una especie de murmullo comenzó a ser emitido por ambos prisioneros, intentaban hablar, justificarse desesperadamente o decir cualquier cosa que les sacara de esa situación, sin embargo los pañuelos en sus bocas les impedía hablar. El chico de manera brusca bajó los pañuelos de sus bocas, al menos quería escuchar lo que tenían para decir. El primero en hablar desesperadamente fue Larryet.

-“¡Lo siento! ¡Lo siento jefe! ¡Prometo que esto no volverá a ocurrir!

-“¡Cierto! ¡No volveremos a cometer ese error otra vez!”