Cap. 29: La Carta.

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Aquel chico de blancos cabellos se encontraba rodeado de una manta morada, acurrucado, como un ovillo; estaba dormido, pero su rostro parecía expresar inseguridad, no estaba teniendo un buen sueño, incluso comenzó a dar vueltas sobre esa cama en la que descansaba. Y razón no le faltaban, recientemente había recibido un duro golpe, uno para el cual ya se había preparado mentalmente, pero que sin embargo igual le pareció demasiado fuerte, sacrificar a una buena amistad no resultaba fácil, pero sabía que debía hacerlo, por el bien de ella. Lo único que lo confortaba era que sabía que era lo correcto, lo mejor para no lastimarla ya que no merecía sufrir por él; eso, y tal vez una mano que se posó en su cabeza, descendiendo lentamente por su mejilla, aquello lograba calmarlo en sus sueños, sin embargo el cálido tacto lo despertó, abrió sus ojos lentamente para notar en dónde se encontraba y quien le había devuelto la calma en su sueño.

-“¿Maggie?”

-“Lo siento… Parecías tener un mal sueño. ¿Cómo te sientes?”

-“Aún duele un poco… Pero gracias, gracias por quedarte a mi lado. Espero no haber sido una molestia.”

Decía el chico para inclinarse un poco sobre la cama, observando a su alrededor mientras hacía un poco de memoria sobre los sucesos más recientes. Notando que efectivamente tal y como recordaba se encontraba en la habitación de su pareja, tuvo la suerte que la madre de la chica estuviera dormida tras haber vaciado varias botellas, las cuales apenas había comprado ese mismo día. La chica sostuvo las manos del joven, hizo que la mirara fijamente a sus ojos, pudo notar que aún había tristeza en el alma del chico, acarició su rostro con delicadeza para responder a su particular comentario.

-“Nunca serías una molestia Lincoln. Sé muy bien que no habrá sido fácil para ti, desprenderte de un lazo de confianza como ese… Pero no permitiré que pases por esto tu solo, te lo dije ayer en la noche, y te lo voy a repetir, estoy aquí contigo, y no pienso irme a ningún lado.”

-“Je… Gracias… Lo agradezco mucho. Aunque a veces extraño a la Maggie malvada.”

Una breve sonrisa surgió en el rostro de la chica, ciertamente los años pasados junto al chico la habían hecho cambiar, después de todo así funciona la vida, el tiempo te forja y moldea, influenciado por las personas que te rodean; si ella era como es en esos momentos, todo era gracias a él. Un pequeño beso en sus labios fue suficiente para sacarle una sonrisa al joven, a esas alturas de la vida, ella también sabía cómo controlar a su pareja.

-“No tientes a tu suerte Lincoln. Ahora apresúrate, tenemos planes. ¿Recuerdas?”

-“Si… Me encantaría quedarme toda la vida en este sitio, pero el deber nos llama.”

-“Se más positivo tarado, dentro de poco, si todo sale bien, estaremos sin preocupaciones de ningún tipo.”

En ese momento, un peculiar sonido, muy similar al de una gota de agua cayendo sobre una superficie líquida, sonó en aquella habitación. Se trataba del teléfono del joven, el cual se encontraba sobre el escritorio de la habitación, muy cerca de la cama. Lincoln reconoció inmediatamente el sonido, pues se trataba de su propio teléfono. Retiró las moradas sábanas que le cubrían, mostrando su cuerpo lastimado y lleno de cicatrices que se encontraba cubierto únicamente por unos calzones de color naranja que cubrían su miembro viril; se puso en pie mientras era seguido por la vista de su pareja, acercándose entonces al escritorio, tomó su teléfono para darse cuenta que había recibido un mensaje, lo cual tras leerlo provocó que una sonrisa se dibujara en su rostro, después de todo le alegraba significativamente lo que había leído, sin embargo la voz burlona de la gótica intervino justo en el preciso momento.

-“Entonces ya tienes a otra… Que cruel eres Lincoln, teniéndome a mí, no pareces conformarte. ¿Por qué tendrías que destrozar mí ya lastimado corazón?”

Oscuro CompromisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora