Cap. 26: Fuera del Juego.

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Oscuridad, calma, es lo que rodeaba a un joven de blancos cabellos; su cuerpo atado a una silla con cuerdas, inmóvil dentro una habitación húmeda y de paredes ruinosas y agrietadas, un saco viejo y algo mohoso cubría su cabeza, imposibilitándole ver nada alrededor. Ocasionalmente el joven sentía el sonido de pequeñas gotas de agua que impactaban contra el suelo, más específicamente como si cayeran sobre una pequeña acumulación de agua en el mismo, el sonido de las cañerías indicaban cuan viejas y oxidadas eran, ¿acaso se trataba de un sótano? El fuerte olor a humedad inundaba sus fosas nasales, se podía sentir al amargo aroma a carne podrida combinado con el característico hedor a basura acumulada de varias semanas.

Aquel joven, de nombre era Marco Savilla, había sido capturado cuando paseaba de manera despreocupada, una van se detuvo junto a él y dos matones lo metieron a la fuerza, todo a plena luz del día, sin testigos y sin llamar la atención. Curiosamente, el joven Marco no había puesto ningún tipo de resistencia, temblaba y cooperaba como cobarde temiendo las consecuencias de una posible rebeldía. El secuestro perfecto, habían estado siguiendo al músico de blancos cabellos, y tras encontrar la oportunidad perfecta no dudaron en llevar a cabo el secuestro; sin lugar a duda finalmente los jefes estarían contentos de haber encontrado al cabrón responsable del ajetreo entre las bandas desde hace cierto tiempo. Ahora aprendería por las malas lo que ocurría cuando molestaban a la Rosa Blanca.

Sin embargo, el recluso se veía bastante tranquilo estando solo en aquella habitación bajo las condiciones en que se encontraba, porque si, había recibido algunos pocos golpes, nada grave pero eran como una rutina en ese tipo de secuestros. Lo normal es que el individuo no parara de gritar por ayuda hasta casi perder su voz, o que suplicara clemencia y que le dejen ir, como mínimo se mostraba asustado cuando alguien entraba, aunque encontrándose solo era cuando su comportamiento realmente se volvía peculiar, como si supiera lo que fuera a pasar en todo momento, como si ya se hubiera esperado que esos sucesos se dieran lugar. Hasta ahora se mantenía inmóvil, sin embargo, al percatarse de algo, levanta levemente su cabeza cubierta por aquel saco.

-“¿? Como suponía… También están aquí.”

¿Qué había ocurrido? Bueno, nada que aquel talentoso músico no supiera solucionar, hasta se podría decir que tenía todo bajo control. De hecho, curiosamente esa situación le recordaba a una vivida hace un par de años atrás, cuando apenas tenía catorce años, cuando aún era el líder secreto de la Rosa Blanca. Si… Aquella tranquilidad en la que se encontraba le refrescaba su memoria, recuerdos tanto amargos como dulces.

-“Todo esto es tu culpa tarado.”

Mencionaba una joven de largos cabellos negros atada a una silla frente a frente con el joven Lincoln Loud, el cual se encontraba en las mismas situaciones. Curiosamente, ambos se veían un par de años más jóvenes, aunque aquella ruinosa habitación no parecía verse muy diferente, la mayor diferencia es que no había bolsas de basura en los rincones.

-“¿Cuántas veces tengo que disculparme?”

-“Si querían atraparte podían haberlo hecho, no entiendo por qué tienen que involucrarme en esto.”

-“¿No es obvio? Junto conmigo, eres la otra persona que no trabaja directamente bajo sus órdenes. Es obvio el por qué también estás aquí.”

-“Bueno, al menos estamos juntos en la misma mierda, supongo que eso mejora algo las cosas Lincoln.”

-“A ver cómo hacemos para salir de esto.”

-“¿Qué quieren los tres tarados?”

-“Obviamente quieren sacarme de la ecuación, así ellos harían lo que quieren sin restricciones de ningún tipo.”

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