-Oh por Dios, finalmente -Dijé, dejé todo el peso de mi cuerpo en el suave colchón sintiendo como la tensión en mi espalda desaparecia lentamente.
-Carajo, como estoy tan necesitada de un café. Tal caliente hasta que mi gargante se desgarre a causa del calor -Continué esta vez entre suaves risas.
Soltó una carcajada.
-Oh cariño, estas tan ebria -Dijó sonriente.
Observé en silencio cada movimiento que hacia. Se dirigió hasta una pila de ropa que se encontraba en la esquina de la habitación rebuscando entre esta alguna camiseta con la que pudiese intercambiar ese estorboso saco formal que llevaba puesto. Desabrochó la prenda, seguido de esto la deslizó por sus fuertes brazos, repitió la acción con la camisa de vestir hasta que su torso se encontró finalmente desnudo.
Suspiré con dureza al observar su marcado abdomen expuesto ante mis ojos, la tinta negra en su palida piel era un toque jodidamente sexi en su cuerpo. Crucé las piernas.
Volteó su mirada a mi figura que aun reposaba en el colchón. Tomó la primera camisa que rozó su mano para luego acercar sus pasos hasta mi presencia deteniendose al pie de la cama, dejó la prenda en su hombro teniendo asi ambas manos libres. Sostuvó mi pie izquierdo liberandolo de la apretada y sofocante bota de cuero, repitió tal acción con el pie restante.
Bajos jadeos salieron de mi boca cuando empezó a dejar leves masajes en mi adolorida extremidad, su frio toque deslizandose desde la punta de mis dedos hasta mi rodilla inclinadola con lentitud para que esta estuviese lo suficientemente cerca de su rostro permitiendole dejar un corto beso en ella.
Me miró nuevamente con una gran sonrisa pintada en su cara.
-Eddie amor, ven aca -Con dificultad lo llamé para que se acercara más.
Y como si fuese un perrito obediente con su dueño, hizó caso. Gateó sobre mi cuerpo evitando dejar todo su peso sobre mi, se detuvó al estar a mi altura. Su antebrazó le brindó la ayuda necesaria para lograr sostenerse en si, su otra mano acariciando uno de los costados de mi cadera, nuestros rostros tan cerca permitiendonos sentir el calido aliento del otro y sus labios tan peligrosamente cerca de los mios.
Enredé mi toque en los rulos de su nuca empujandolo hasta mi, cerrando los ultimos centimetros de distancia que conservabamos entre nosotros. Estampé sus carnosos labios con los mios.
Ambos fundidos en un beso lleno de amor y pasión mientras el sonido de la polvora resonaba en el exterior de la caravana.
Empujé más de él haciendo que se hundiera más en su perdición, jadeó suave.
Separé nuestros rostros al escuchar el ultimo repique, indicando que este año habia concluido.
-Feliz año nuevo, cariño -Dijé dejando caricias en su mejilla.
-Feliz año nuevo, princesa.