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El segundo piso es un cúmulo de polvo con cadáveres de insectos varios. Tiene una disposición distinta al primero. Nada más ascender por las escaleras, nos encontramos frente a una estatua; la mujer de piedra nos contempla bajo sus vacíos ojos y a sus pies hay un zorro finamente tallado. Es casi idéntica a la efigie que se halla en el templo hundido.
A esta figura le sigue un amplio pasillo, similar a los de abajo, con papel pintado desconchado por el discurrir del tiempo. El corredor se extiende hasta alcanzar una especie de mirador con un piano de cola alimentado de polvo bajo el ventanal. Todas las ventanas están engalanadas con pesados cortinajes color grana, pero la luz consigue entrar a través de la suciedad de los cristales.
Hay demasiadas puertas para abrir y Lux está cada vez más pegado a Noa. Ella camina como si no tuviera miedo alguno. En mi caso, me he cansado de fingir que puedo andar y floto a su lado.
Las paredes emiten una cierta presión, el odio y el resentimiento revolotean como mariposas nocturnas. El eco de la tormenta se ha amortiguado.
Abrimos la primera puerta a la derecha y ante nosotros se revela un dormitorio amplio con una cama con dosel. Tiene una decoración anticuada y ostentosa, con colores pastel y numerosos peluches de animales con el tono desvaído. Un baúl reposa a los pies de la cama y, salvo eso, no hay nada más interesante que ver.
La primera puerta a la izquierda es un cuarto de baño pequeño que podría tener tranquilamente cien años de antigüedad. Leves golpeteos se perciben en los azulejos de motivos florales.
En cuanto nos alejamos, la puerta se cierra sola. Lux lanza un chillido y se aferra a Noa, a pesar de que esta es mucho más menuda.
Las siguientes puertas llevan a estancias similares a la primera que hemos encontrado. Cada una está adornada con tonos verdes y nada que nos dé una pista sobre a quiénes podrían haber pertenecido en un pasado remoto.
Pero es en la última puerta situada en el lado izquierdo, donde nos espera una sorpresa poco agradable. Se halla cerca de las escaleras que llevan a un inexplorado ático.
Cuando la abrimos, ante nosotros se revela lo que semeja un espacio dedicado a un estudio. Una de las paredes está enteramente cubierta por estanterías repletas de libros de todo tipo. Un pesado escritorio de madera ha sido retirado a una esquina y sobre él hay enrollada una alfombra. Del techo, penden unas cuerdas de las cuales caen ramas entrelazadas, formando extraños símbolos. He jugado a suficientes mierdas de terror como para saber que esa movida no puede significar nada bueno.
En el centro del cuarto, en el suelo, y sobre algún tipo de pintura desvaída por el tiempo, huesos humanos reposan. Portan un raído vestido que me recuerda a la ropa de mi abuela; sus manos están unidas sobre el pecho en una posición que trasmite la calma de la muerte.
Lux se niega a entrar, ni siquiera posa sus manos en el marco de la puerta. Noa, en cambio, se adelanta para ver los restos. Me señala un collar, hundido en las costillas del esqueleto, y antes de que pueda evitar que lo toque, lo extrae. Es un guardapelo de plata envejecida en cuyo reverso se aprecian las letras: "a mi pequeña flor".
—Has cumplido tu palabra —dice Lucien a nuestra espalda. Ver como mi cuerpo se mueve con voluntad propia es demasiado extraño—. Has traído al elegido hasta aquí. Al hijo de un asesino.
Lux se apresura a entrar en la habitación y cierra la puerta. Descansa su espalda en ella, nada más sucede durante unos instantes.
—El elegido es Caitán, ¿no? —masculla Noa, por primera vez con un temblor en la voz. Se mueve a tientas por la estancia hasta alcanzar el ventanal que se sitúa al fondo. Abre las cortinas, después la ventana y por último la madera de la contraventana. El viento se introduce con violencia en la habitación, revolviendo todo. Fuera ha caído la noche—. ¡Sigo sin ver apenas!
En mi caso, distingo los elementos de la sala. La puerta comienza a agitarse con violencia.
—Dile a Noa que cierre la ventana. Hay tres velas alrededor del cuerpo, déjame comprobar si podemos encender al menos una —le indico a Lux. Floto por toda la estancia, introduzco con incomodidad mi cabeza en el interior de los cajones hasta encontrar una vieja caja de cerillas—. Ya está, aquí, en el tercer cajón hay cerillas. Espero que funcione alguna.
—Noa puede volar, es mejor que vaya a buscar ayuda —apremia Lux angustiado tras indicar a Noa lo que debe hacer.
—¿Estás loco? No puedo volar con semejante temporal.
Después de varios intentos infructuosos, consigue encender una de las velas. Va a prender la segunda cuando la detengo. Ella se retira al sentir mi contacto gélido.
—Que no las encienda. Tengo la impresión de que intenta utilizarnos para alguna especie de macabro ritual.
Un sonido bajo y gutural hace que las paredes tiemblen.
—¿La tormenta? —ríe Lux con nerviosismo.
A pesar de que la puerta todavía está siendo golpeada, escuchamos como algo corretea por el pasillo y araña las paredes.
—Sal a ver, puedes atravesar paredes, ¿no? —impera Noa.
Lo intento. Mis manos no son capaces de introducirse en la pared como antes.
—No puedo.
—¿Recuérdame por qué hemos subido aquí? —lloriquea Lux mientras presiona su cuerpo contra la puerta en un intento de evitar que aquello entre.
Noa arrastra el pesado escritorio de madera para bloquear la vieja puerta y yo me pregunto si servirá de algo.
—Para recuperar el cuerpo de Adán —jadea Noa—. Y ahora cállate de una vez
Colocan el escritorio contra la puerta y ambos se quedan aturdidos ante el silencio repentino. Tras la quietud llega el eco de un forcejeo, como si alguien estuviera peleando.
El dolor me atraviesa cuando mi corazón palpita con fuerza, atrayéndome. La habitación se desdibuja ante mis espectrales ojos y lo siguiente que veo es el asqueroso suelo del pasillo.
Alguien tiene un cuchillo en mi garganta y la rodilla en mi pecho. Apenas soy capaz de respirar.
Mis ojos arden y todavía no me adapto a estar de nuevo en mi cuerpo, aun así, consigo que mi voz salga agrietada. Opto por una apuesta arriesgada.
—Están dentro de la habitación. Si yo estoy de vuelta, él ha podido entrar.
La persona se incorpora con la agilidad de alguien que está acostumbrado a combatir.
—¿Noa? —Quien habla es una mujer. Estoy tan aturdido que no asocio esa voz a nadie que conozca. Utiliza su hombro para golpear la madera—. ¿Lux?
—¿Mamá? —pregunta Noa a través de la vieja puerta. La angustia se ha apoderado de ella—. Algo le pasa a Lux.
Me incorporo mientras Noa abre la puerta para que su madre pueda entrar. Respiro con verdadera dificultad y tengo los miembros entumecidos.
Una vez me levanto procuro descansar las manos en el húmedo papel de pared. Camino hacia el interior de la estancia sin ser capaz de entender lo que están diciendo.
Lux está tendido en el suelo, su piel desprende un ligero brillo dorado. Todo lo veo borroso sin mis gafas, por lo que no distingo demasiado sus facciones.
Mi pie pisa la estancia y el susurro de Lucien llega a mi oído.
—Pronto, el elegido estará muerto.
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Brétema (BL🌈 Completa ☘)
Romance༺~ [❁] ~༻ La oscuridad acecha en el bosque. ¿Podrá Caitán deshacer la maldición sin perder su corazón por el camino? ¿Y qué pasa con Gabriel, el misterioso hombre de ojos canela? Caitán trabaja como veterinario en un pequeño pueblo, todo en su vida...