XVIII

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Es ridículo. Pensó sentado al borde de la cama.

Eran las 8.20. En ningún momento había logrado conciliar el sueño.

Quería echarle la culpa a cuánto se movía Daina al dormir. Pero ciertamente no era eso. No era Daina destapándose por el calor de la habitación.

Ella pateaba las frazadas y quedaba cubierta, únicamente, por su camisa —que ni siquiera era demasiado porque se llegaban a ver sus pechos— y sus bragas blancas cuyo encaje tampoco cubría demasiado.

Terry se limitaba a cubrirla con la sábana más delgada una y otra vez, siempre que ella se destapara.

Hace un momento la rubia quedó abrazada a la sábana, y con su cuerpo en dirección a él.

Es increíblemente bella. Era una belleza ridícula. Él era consiente de que era una mujer atractiva desde la primera vez que la vio. Pero después de besarla fue como si todo fuera más claro: realmente era hermosa.

No podía entender cómo estaba con un niño como Aidan, que bueno, era atractivo pero, ¿qué más vio en él? Pero menos comprendía cómo él le pudo ser infiel. Seguro que Aiden no estuvo a la altura de una mujer como Daina y no supo qué hacer.

Yo jamás le haría eso, estoy a la altura, aseguró en su mente.

Volviendo a hablar de su belleza; verla vestir su camisa, era un deleite. Y que esté durmiendo entre sus sábanas ya era otra cosa. 

Cerró sus ojos aún sentado. Recordó que cuando ella se dio cuenta que era él y lo volvió a besar. Sus comisuras se elevaron por accidente.

Él siguió el beso, en primer lugar, porque creyó que ella nunca querría besarlo. Aprovechó el momento.

Pero lo que sintió cuando lo hizo por elección propia, consiente, lo hizo un sentir como un elegido.

Y era absurdo. Seguramente lo beso únicamente por la infidelidad de Aiden. Por nada más. Seguramente lo que él sintió, Daina no.

Para ella no habrá sido nada.

Nunca se sintió tan ridículo.

Se levantó despacio para no mover demasiado la cama y despertarla. Se dirigió a su living y marcó en el teléfono.

—¿Hola?

—Kreese, soy yo, Terry.

—Terry~, ¿qué tal? ¿Cómo va todo?

—Bien, bien. Te llamaba para decirte que el dojo va bien. Llegaron varios alumnos nuevos, hay varios muy talentosos.

—Tengo alguna idea de quiénes hablas. Daina los sacó buenos a esos niños. Hablando de ella, ¿se aguantan entre ustedes?

Si supieras— Se podría decir que lo hacemos llevadero.

—Me imagino que habrán discutido.

—Tuvimos nuestros roces pero los supimos llevar.

Rio— Es una buena chica. Haría linda pareja.

—¿Qué dices? —rio. Kreese varias veces le había dicho eso, que Daina era buena y que probablemente sería su tipo de mujer.

No estaba tan equivocado después de todo.

—Te llamaba para saber cómo la estás pasando.

—Estupendo, Terry, gracias de verdad.

—Ya te dije que no era molestia, Kreese. También te quería decir que yo me puedo quedar en el valle cuánto tiempo necesites. Por si quieres pasar más semanas allá. O en otro lado-

—Aun me queda un mes aquí.

—Pero tal vez ya habías pensado en algo y te quería decir que no tengo problema.

—Wow, en verdad creí que el valle no era para nada tu estilo.

—Digamos que aprendí a adaptarme.

—¿Aprendiste a adaptarte o una rubia te adaptó? —aunque no lo veía sabía que sonreía.

—¿De qué hablas?

—Terry, ¿si sabes que en el dojo hay cámaras de seguridad?

—Este~ si, pero qué tiene que ver.

—Desde las cámaras se nota como miras a Daina, Terry.

—¿Qué mierda dices? —su mano cubrió su ceño fruncido. Casi sentía cómo se enrojecía.

—Vamos. ¿Hace cuánto nos conocemos? No me puedes ocultar cosas como estas.

—Por favor.

—Terry~

Suspiró— No vamos a hablar de chicas como si fuéramos unos adolescentes, Kreese.

—Justamente por eso. Admite que te interesa y ya. Hasta el timbre de la voz te cambia cuando hablas de ella.

—No me vas a dejar en paz hasta que lo diga.

—Harían una hermosa pareja.

—Es linda, es cierto.

—¿Te interesa?

—No me molestaría intentarlo con ella.

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Back to Black | Terry SilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora