Back to Black | Terry Silver

XXIII

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Abrió el dojo y tras suyo entraron algunos de sus alumnos.

—Hoy estoy de humor así que les voy a enseñar la patada que tanto quieres aprender, Tom —se dirigió a uno de sus alumnos quien de la emoción le brillaron los ojos.

Fue uno de los movimientos que a principio de la jornada Daina había hecho sólo en demostración a lo que aprenderían ese año con ella. Se llamaba Uma Warashi Geri, que prácticamente era una patada con giro invertido.

—Daina —Terence había llegado sin que se diera cuenta, pues ella estaba en la oficina de Kreese viendo unos papeles.

—Hola, Terry —la rubia se dio vuelta y recibió un beso en la comisura de sus labios que la tomó desprevenida— T-Traje tu camisa —le entregó un bolsa rosita con la respectiva prenda dentro. Ésta estaba un poco aromatizada con el perfume de Daina, que si bien ahora parecía una acosadora loca, en el momento le pareció una idea genial para que Terry pensara en ella.

Luego de darle la bolsa lo esquivó y al salir llamó la atención de sus alumnos para iniciar la clase.

Era muy tierno que siempre que le daba vergüenza algo —que a Daina le avergonzaban muchas cosas— su única solución era escabullirse. El mayor soltó una risita antes de salir al dojo a deleitarse viendo a la rubia dar ordenes.

Por fin la clase finalizó y Daina se dejó caer en uno de los bancos

—Les va a llevar por lo menos un mes sacar esa patada —el mayor se paró frente a ella, tomando de una botella de agua que luego le pasó a la rubia.

—Lo bueno tarda —murmuró antes de beber un poco.

—De cualquier modo, a mi me sale mejor esa patada invertida.

—Claro —utilizó un tono y una sonrisa sarcástica en respuesta.

—¿Quieres ver? —él hizo una mueca.

—No necesito verlo para saber que me sale mejor que a ti.

Rio—Por favor, si recibieras una patada mía-

Lo interrumpió— Pero no recibo patadas tuyas porque son muy lentas —se burló con un gesto.

—¿A si? Entonces probemos —levantó sus cejas.

—¿Y luego?

—¿Y luego qué?

—¿Qué? Simplemente vamos a pelear porque si, como animales. Cuando te gane quiero ganar algo —su sonrisa socarrona recibió una carcajada del hombre.

—Bien, ¿qué te parece que el que pierda —caminó acercándose nuevamente a donde ella estaba sentada, mirándola desde arriba— tenga que besar al otro?

Daina bufó pero el silencio del mayor la hizo entender que iba en serio. —¿Tanto te gusto?

—¿Tienes alguna mejor idea de que apostar?

Tras un breve silencio y de haber puesto los ojos en blanco, Daina se paro dejando la botella en el banco— Acepto.

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